Por Eduardo González Rodríguez ()
Santa Clara.- Un señor mayor, al que respeto y admiro mucho, me dijo anoche que el trabajo no ennoblece a nadie.
«Se es noble, o no, así que eso es una mentira más grande que el Capitolio. Igual el cuento de trabajar duro. Uno debe trabajar en lo que le gusta, y si te pagan por eso, mejor. Mírame a mí, he trabajado duro toda la vida y por esa razón jamás tuve tiempo ni de hacer dinero ni de arreglar mi casa. Nunca he ido a un hotel, no conozco Varadero y mi pensión alcanza malamente para dos comidas. Y no puedo decir por eso que la culpa la tiene otro.
«Tengo claro que la culpa es mía. Desde niño mi papá me dijo que para triunfar en la vida hay que trabajar muy duro. Seguro que él lo aprendió de su papá. No debí hacerle caso. Él, que en paz descanse, trabajó como un caballo y no triunfó en nada. Terminó sus días caminando como un chino con su aparato de amolar cuchillos y tijeras.
«A lo mejor en otro país eso de trabajar duro da resultado. Aquí no. Y no me estoy quejando, estoy muy viejo para eso y tengo la conciencia tranquila.Te juro por mi madre, que Dios la tenga en la Gloria, que yo quisiera ser el único jodido en este país. Fíjate, que fuera hasta felíz con eso. Pero, coño, pa donde quiera que tú miras hay alguien más escachao que tú… y te repito, eso de que el trabajo ennoblece es un cuento de camino.
«Aquí, en África, en Nueva York y hasta en la luna, el que es hijo de puta, es hijo de puta. ¿Tú conoces a algún hijo de puta que se haya vuelto noble con el trabajo? ¡No jodas, chico!».
Estábamos en apagón y de repente comenzó a caer una llovizna, así que tuve que irme porque yo vivo un poco lejos. Él quiso que me quedara un rato más -y lo hubiera hecho con gusto- pero la calle se pone fea cuando todo está oscuro. Nada, la pasé bien porque, a pesar de lo que dice, el viejo siempre habla sonriendo, como habla la gente que de verdad está en paz con su conciencia. Y sí, dolorosamente, no es el único escachao.
