HETEROPATRIOTAS Y MACHOMÍNIDOS

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Por Rafael Muñoz ()
Berlín.- Es la hora pico, el tranvia se detiene, abre las puertas y una avalancha de gente desesperada se lanza dentro como si este fuera el último tranvia de Berlín.
Hay un par de asientos vacíos y este joven de la foto, de unos 20-25, ágil como nadie alcanza el último asiento libre.
También sube una chica y va a detenerse ante el joven. Este sin siquiera mirarla automáticamente se levanta y ofrece con un gesto de mano su asiento a la joven. Ella niega von la cabeza y el dice algo como «yo solo viajo hasta la estación central de trenes, son solo dos paradas.
Y ella, ofendida, lanzó un NO en mayúsculas, un NO salido de lo mas profundo de su alma contra el misogino, hetetopatriarcal, machista, hombre blanco, capitalista y otros adjetivos que mi nivel de alemán no alcanzó a desentrañar. Todo por ofrecer un asiento.
Pero entonces el karma, ¡oh! ese diablillo que observa desde el infierno tomó cartas en el asunto y ordenó al chófer hacer un giro a la derecha. Y luego a la izquierda. Y de nuevo a la derecha. ¿Ven ese redondel en el piso? Eso es un tío-vivo como el de los parques de nuestra infancia.
Todos sabemos qué pasa si no te aferras firme a las barras de un tío-vivo a excepción de nuestra heroína enfrascada en vengar tantos siglos de imnominias y otras cosas.
Voló. Voló a izquierda y luego la inercia la trajo a derechas y luego la llevó a clavar graciosamente los tarros en la barra amarilla. Justo ante este servidor que se cuidó muy mucho de cometer el error de hacerse el machomínido y heteropatriarcosa porque su parada llegaba.

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