Por Ulises Toirac ()
La Habana.- ¿Se acuerdan del marido que, ofendido y humillado luego de descubrir a la esposa tarreándolo en su propio sofá, se encabrona y bota el referido mueble? Bueno, pues así van las leyes que, miradas en su conjunto prohibitivo, lo que terminan por prohibir es la empresa privada de la mayoría.
Obvio, siempre quedan para nuestra legislación casos excepcionalmente puntuales. Porque tenemos eso en la legalidad de nuestro país: La Constitución puede ser negada por las leyes, y las leyes pueden ser negadas por… una entidad superior invisible y omnipotente.
Pero para no salirme del tiesto: no entiendo el objetivo de hacer de «las mulas» un declarado y archienemigo del Estado, por ejemplo. Si las mulas trajeran mierda que no le compra nadie porque (esas cosas) las venden en las tiendas… ellas solitas se extinguirían a más velocidad que los Velociraptor
¿No es más sencillo que paguen un impuesto sobre la importación y pal carajo? Gana el Estado, gana la mula y gana la gente que tiene dónde comprar o a quién encargar… ¿Fabricar delito es más fácil? Coño… Perdón, a mi me resulta tarea triple, teniendo en cuenta que los aduaneros muchas veces terminan expulsados (en el mejor de los casos) o sienten la candela tan cerca que se van (y SE VAN, así con mayúsculas).
¿Los de El Paquete? Otro marido tarrú con sofá: hagan buena televisión y punto. Se mueren de hambre los «paqueteros». ¿Y qué venden ellos? No lo que ellos quieren, venden lo que le piden. ¿Que es de mala calidad cultural? Pregúntense a qué obedece.
Y así todo. No es un problema de prohibir lo que tú no puedes hacer y crear todas las bases para una mayor corrupción, además.
Jone, si le pusieran ese ahínco de prohibir y fundar delitos, a producir y exportar, la emigración sería porque no cupiéramos en territorio nacional de la cantidad de cosas que habría.
