ALEGRÍA DE CABALLO CAPA’O

CUBAALEGRÍA DE CABALLO CAPA'O

Por Jorge Sotero ()

La Habana.- Allá, en la Cumanayagua de mis ancestros y la que fue mi cuna hasta la juventud, cuando alguien se ilusionaba sin motivos, le decían que era «alegría de caballo capa’o», en referencia a la euforia del equino macho cuando ve a una yegua, y ha olvidado que le sacaron los testículos.

Así anda la dictadura, intentando sembrar ilusión en la población y aprovechan lo que ellos llaman festejos por el 26 de julio para intentar revivir la esperanza en el gobierno, la fe en la revolución, y recuperar el ya desvencijado amor por el castrismo y sus precursores.

Volvieron a aquello de la emulación para otorgar las sedes de los actos provinciales por el 26 de julio y aprovechan para inventarse ceremonias, que aderezan con la participación de artistas de poca monta, repentistas comprados con cerveza y carne de cerdo, y con discursos mal escritos y peor dichos.

Puede ser una imagen de una o varias personas, multitud y textoEs el momento de los dirigentes. Cada uno de estos, para la ocasión, recuerda todo lo que les dijeron en los cursos que pasaron en la Ñico López, la escuela del Partido comunista, y hacen énfasis en las palabras claves, aquellas que según sus profesores en aquel redil de manipulación, iban a calar en la mente y la conciencia de los oyentes.

Usan las palabras gestas, liderazgo, triunfos, victoria, combate, insisten en mencionar a Fidel Castro, porque creen que esos términos funcionarán como sonidos mágicos, que abrirán de nuevo al pueblo la creencia en un gobierno en el que ya nadie cree, incluso ni los más cercanos a la cúpula.

Los discursos, altisonantes, de los dirigentes vestidos de rojo, pero que apenas saben leer y que de oratoria no conocen nada, van cargados de un fingido patriotismo, con el único objetivo de cautivar a los pocos cientos que, obligados la mayoría, no tienen más remedio que escucharlos.

Puede ser una imagen de 7 personas, televisor y textoHablan de fiesta, de alegría, de vida, de sueños, de éxitos y logros. Y olvidan que de los presentes, la mayoría no desayunó. Esos y algunos más no almorzarán, y solo algunos podrán hacer una comida al día. Porque Cuba vive el peor momento de su historia desde aquel 28 de octubre de 1492, cuando el gran almirante ordenó lanzar las anclas en Bariay y desembarcó en la isla.

Cuba se muere. Los que dirigen lo saben. Pero no tiene, ninguno, el valor necesario para hacer lo único que podría salvarla antes de convertirla en un país perdido, sin reconversión alguna.

Todo anda mal en Cuba. Cada vez hay más hambre, más enfermedades, menos comida y menos medicamentos. Las remesas bajan, el turismo decrece, ya nadie -ningún país- quiere pagar por los médicos. Gaesa solo se preocupa por los hoteles, los gobernantes solo se interesan porque Raúl Castro y sus seniles amigos estén tranquilos.

Los apagones se multiplican, el transporte es casi cero, al extremo de que el ministro del ramo, Eduardo Rodríguez, puso un hilo en X (antes Twitter) con la salida del tren espirituano, como si de un vuelo al espacio exterior se hubiera tratado. Algo así como que la primera nave espacial cubana salió con destino a Júpiter, y era nada más que el tren espirituano. ¡Una locura total!

Puede ser una imagen de 1 persona y paellaNo hay combustible. El sistema educacional no encuentra maestros. Los jóvenes emigran y los médicos están a la espera de cualquier salida al exterior para dejar atrás esos hospitales donde el olor a heces fecales no deja trabajar. Mientras, los paramilitares de la Seguridad del Estado arrecian su represión, persiguen, acosan, le inventan causas al que opina diferente.

La deuda con el Club de París, de 29 mil quinientos millones de dólares, sigue intacta, luego de intentos y más intentos de refinanciarla. Y la deuda total, de unos 45 mil millones aguarda porque un día alguien la pague. El castrismo, como es lógico, la dejará de herencia. Y ojalá sea ya.

Los campos están cada vez más abandonados. El ganado cubano puede pasar en cualquier momento a las listas de especies en peligro de extinción. La mayoría de las personas quieren irse y quienes se quedan, porque no tienen otra opción, saben que los espera el más horrible de los finales, el de fenecer de hambre o por falta de medicamentos o insumos para atender una enfermedad o una dolencia cualquiera.

Y en esa situación, cuando el Parlamento se reúne, los oradores se llenan la boca para hablar de nuevas medidas, más controles, de culpas a otros por los errores continuados y manifiestos de la dirigencia. Pero hacen silencio por el auge desmedido de la corrupción, los crímenes de cualquier tipo, entre ellos los feminicidios y los robos. Y todos, tan panchos, levantan las manos al unísono, como si de una danza muy bien ensayada se tratara.

Y en esa situación intentan celebrar el 26 de Julio, el día al que han llamado el de la rebeldía nacional. Por suerte, los que estamos acá sabemos que esos festejos están llegando al final, porque todo se ha vuelto alegría de caballo capa’o.

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