EL INTELECTUAL, ¿LA CONCIENCIA CRÍTICA DE LA SOCIEDAD?

CULTURA Y FARÁNDULAEL INTELECTUAL, ¿LA CONCIENCIA CRÍTICA DE LA SOCIEDAD?
Por Manuel García Verdecia ()
Holguín.- Hubo un tiempo en que al intelectual se le consideraba la conciencia crítica de la sociedad. Esto fue denegado por ciertos marxistas de manual, pues entendían que así se reducía la conciencia a una cualidad inmanente del Intelectual y se privaba de ella a otros sectores, fundamentalmente al proletario que era el Mesias de los nuevos tiempos.
Se trataba de una prejuiciada y tergiversada lectura pues no se trata de que la conciencia sea exclusiva del intelectual. Es una facultad de todo ser humano, solo que todo sujeto no tiene la cultura, la experiencia ni la dedicación de hacer de la conciencia una herramienta para el mejor conocimiento y, más como diría Marx, para la transformación del mundo.
Por eso en estos tiempos turbios de incertidumbres, carencias, abusos, deshumanización, se hace aún más necesaria la acción sistemática, participativa, transformadora y redentora del intelectual.
Ser intelectual no es únicamente ocuparse del trabajo de la inteligencia sino de hacer este trabajo con decoro, honradez y empatía por el bien de sus congéneres.
Por eso, me parece apropiado recordar estas palabras de un intelectual comprometido con la búsqueda de la verdad y la justicia en su país, el argentino Ernesto Sábato.
Insto a todo el que se considere un intelectual que se autoanalice según los juicios de Sábato y luego determine si en realidad es un intelectual real o solo un arribista de la inteligencia.
“Quizá, por mi formación anarquista, he sido siempre una especie de francotirador solitario, perteneciendo a esa clase de escritores que, como señaló Camus: “Uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la padecen”. El escritor debe ser un testigo insobornable de su tiempo, con coraje para decir la verdad, y levantarse contra todo oficialismo que, enceguecido por sus intereses, pierde de vista la sacralidad de la persona humana.
Debe prepararse para asumir lo que la etimología de la palabra testigo le advierte: para el martirologio. Es arduo el camino que le espera: los poderosos lo calificarán de comunista por reclamar justicia para los desvalidos y los hambrientos; los comunistas lo tildarán de reaccionario por exigir libertad y respeto por la persona. En esta tremenda dualidad vivirá desgarrado y lastimado, pero deberá sostenerse con uñas y dientes.
De no ser así, la historia de los tiempos venideros tendrá toda la razón de acusarlo por haber traicionado lo más preciado de la condición humana.»

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