DILEMAS DEMOGRÁFICOS 500 AÑOS DESPUÉS

CUBADILEMAS DEMOGRÁFICOS 500 AÑOS DESPUÉS

Por  Fabio Fernández ()

La Habana.- Hace cinco siglos, Cuba -incorporada a las líneas evolutivas del mundo occidental a partir de la conquista y colonización ibérica- comenzó a experimentar una profunda crisis demográfica. Esta resultó manifestación explícita del colapso del modelo encomendero-minero sostenido en la explotación de la fuerza de trabajo indígena en los llamados lavaderos de oro.

El agotamiento de los recursos auríferos de la Isla y la notable disminución de la población aborigen pusieron en jaque a la colonia. Mientras el dorado mineral se hacía cada vez más escaso, las comunidades originarias se veían diezmadas por la convergencia de la aguda explotación, la destrucción de sus modos de vida tradicionales, el decrecimiento de la fecundidad y la natalidad en condiciones de sometimiento, el impacto de enfermedades para las cuales no tenían inmunidad alguna, los costos vitales de los actos de rebeldía y el suicidio como modo de escapar de una vida convertida en tormento.

Aumenta el éxodo de cubanos | Casillero de LetrasLa ausencia de oro y la notable reducción de la masa indígena a sojuzgar coincidió en el tiempo con el despunte de la fase continental de la conquista de América, proceso que puso frente a los codiciosos ojos hispanos la riqueza extraordinaria de las civilizaciones de Tierra Firme, en un arco que fue de la prominente Confederación Azteca al vasto Imperio Inca. De tal suerte y como dirían los demógrafos, mientras en Cuba se estructuraron «factores de expulsión», el continente estaba marcado por notables «factores de atracción».

En pocos años la Isla quedó prácticamente despoblada y solo la confluencia de su importancia estratégica, la reorientación de la economía hacia la actividad ganadera volcada a la exportación de cueros, la progresiva introducción de esclavos africanos y la terquedad de algunos de sus habitantes mantuvieron vivo a ese experimento de sociedad que -avanzado el siglo XVI- tomó de forma paulatina el color de lo criollo.

Hoy, quinientos años después, el país hijo de aquella primigenia historia enfrenta otra importante sacudida demográfica. El número mágico de los 11 millones sabemos ya que no es cierto y no deja ello de tener un impacto concreto y también simbólico para la nación.

Desde hace décadas los demógrafos habían alertado que avanzábamos hacia un escenario complejo, que se ha agudizado en estos años por el impacto brutal del factor migratorio. En un instante histórico especialmente difícil, somos menos con todas las implicaciones que eso trae.

Aunque la Historia no se repite -no estamos al borde de la extinción o del despoblamiento en clave apocalíptica- es posible encontrar analogías entre el presente y el pasado. La crisis de un modelo económico, la caída de los indicadores demográficos y la masiva emigración son variables que colocan en tensión a cualquier sociedad.

En el siglo XVI lo vivimos y ahora en el XXI la realidad nos hace de nuevo la mueca. Como nación nos toca encontrar -una vez más y en el marco de la confluencia entre lo que nos es dado y lo que podemos hacer- el camino.

 

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