OPERACIÓN GUNNERSIDE: EL AUDAZ SABOTAJE NORUEGO QUE FRUSTRÓ EL PROYECTO ATÓMICO NAZI

CURIOSIDADESOPERACIÓN GUNNERSIDE: EL AUDAZ SABOTAJE NORUEGO QUE FRUSTRÓ EL PROYECTO ATÓMICO NAZI

Tomado de MUY Interesante

Los aliados temían que los alemanes pudieran obtener la bomba atómica antes que ellos y decidieron sabotear el proyecto nuclear germano. La clave para lograrlo se hallaba en Noruega.

Madrid.- Aunque la posibilidad real de que Hitler llegase a contar con una bomba atómica fue siempre muy remota, los aliados estaban aterrados ante la idea de que los nazis lograsen alcanzar ese objetivo, lo que sin duda resultaría determinante en el desenlace de la contienda.

En la región noruega de Telemark, la fábrica de Vemork (en la imagen) suministraba a Hitler los materiales que necesitaba para su proyecto nuclear. Por eso, Churchill decidió destruirla en 1941

En la región noruega de Telemark, la fábrica de Vemork (en la imagen) suministraba a Hitler los materiales que necesitaba para su proyecto nuclear. Por eso, Churchill decidió destruirla en 1941AGE

Agua “especial”

Para construir una bomba atómica es imprescindible la utilización de dicha agua, necesaria para moderar los procesos de fisión nuclear. Esta agua se caracteriza porque, en lugar de estar el átomo de oxígeno unido a dos de hidrógeno, lo está a dos de deuterio, un isótopo pesado del hidrógeno.

Pero el agua pesada se encuentra en muy pequeñas cantidades en el agua normal y sólo puede ser separada de ésta mediante laboriosos procesos continuos de electrólisis, para lo que se requieren grandes cantidades de energía eléctrica, cuya fuente debe encontrarse cerca del suministro de agua.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la única fábrica de agua pesada del mundo era la planta de Vemork, propiedad de la empresa Norsk-Hydro y situada junto al pequeño pueblo noruego de Riukan, en la región de Telemark. Cuando los alemanes invadieron Noruega en abril de 1940, la planta de Vemork pasó a servir a los intereses del Tercer Reich.

Los comandos (arriba a la izquierda, uno de ellos en la miniserie Operación Telemark, 2015) que llevaron a cabo la Operación Gunnerside

Los comandos (arriba a la izquierda, uno de ellos en la miniserie Operación Telemark, 2015) que llevaron a cabo la Operación GunnersideTHE HEAVY WATER WAR

La posesión de esa fábrica de agua pesada suponía una ventaja decisiva para los científicos germanos en la carrera contrarreloj por obtener la bomba atómica. Un equipo compuesto por medio millar de especialistas se desplazó hasta allí para acelerar la producción de agua pesada; si hasta ese momento se obtenían 500 kilos de dicho material al año, el objetivo era que en 1942 la cantidad se elevase a 5.000.

Operación Freshman

El servicio secreto británico no era ajeno a los esfuerzos alemanes por avanzar en el proyecto atómico, en el que el agua pesada jugaba un papel tan imprescindible. Londres contaba con toda la información relativa a la planta, gracias a los datos que les proporcionaba por radio un ingeniero noruego que trabajaba allí.

Desde el verano de 1941, la destrucción de Vemork se convertiría en un objetivo primordial. Winston Churchill optó por la solución más rápida y efectiva, ordenando que esas instalaciones fueran arrasadas por los bombarderos de la RAF. No obstante, la resistencia noruega advirtió de los daños que podía causar el ataque a la población vecina de Riukan.

El gobierno noruego exiliado en Londres consiguió que la opción del bombardeo acabase siendo sustituida por otra acción limitada y llevada a cabo por un grupo de comandos. Para preparar el terreno a los comandos, el 19 de octubre de 1942 se lanzó en paracaídas a cuatro soldados noruegos adiestrados en territorio británico.

El héroe noruego Joachim Ronneberg, durante un homenaje en su honor celebrado en Londres en 2013

El héroe noruego Joachim Ronneberg, durante un homenaje en su honor celebrado en Londres en 2013Getty Images

Esta primera fase del plan se denominaría Operación Grouse. Un error de cálculo hizo que los hombres tocaran tierra a muchos kilómetros del objetivo; tardaron dos días en reunir todos los contenedores con material que habían sido arrojados y luego se pusieron en marcha hacia Riukan.

Debido a la nieve, y a que había que sortear glaciares y lagos, se demoraron tres semanas hasta llegar al objetivo marcado. El 17 de noviembre, llegaron los 34 comandos que debían destruir la fábrica en la llamada Operación Freshman. Esta segunda fase adoleció también de graves problemas de organización, como el no tener en cuenta la previsión meteorológica.

El mal tiempo hizo que los dos planeadores en los que viajaban se estrellasen, el segundo junto al avión que lo remolcaba. Los supervivientes, entre los que había varios heridos graves, fueron capturados por los alemanes. Siguiendo la orden de Hitler de octubre de 1942, por la que los comandos capturados debían ser ejecutados de inmediato, la Gestapo procedió de ese modo.

En total, la fracasada operación costó 41 vidas británicas entre comandos y tripulantes. Además, gracias a un mapa recuperado de uno de los planeadores, los alemanes descubrieron las intenciones aliadas, por lo que incrementaron las defensas en torno a la planta hidroeléctrica.

Asalto noruego a la fábrica

En Londres no se dieron por vencidos y decidieron organizar otra misión, pero en este caso protagonizada únicamente por noruegos, denominada Operación Gunnerside. El 16 de febrero de 1943, seis comandos saltaron en paracaídas. Una vez en tierra, se encontraron con cuatro noruegos que habían llegado en octubre del año anterior.

El asalto tuvo lugar el 27 de febrero. Esa noche, después de descender al cauce de un río y escalar sigilosamente una pared de roca, los noruegos llegaron a la puerta que cerraba el acceso a la fábrica, cortaron la cadena con una cizalla y la abrieron.

Mientras un grupo permanecía como cobertura, los saboteadores entraron en el sótano principal por un pasaje. Allí estaban las cámaras de electrólisis de agua pesada. Colocaron cargas explosivas con una mecha suficientemente larga como para tener tiempo de escapar.

Apenas los noruegos salieron de la planta, las cargas comenzaron a detonar, destruyendo por completo las cámaras. Cuando las alarmas empezaron a aullar y los soldados germanos a buscarlos, los saboteadores ya se encontraban al otro lado del río, deslizándose sobre esquíes.

La operación había sido un éxito, pero sólo en apariencia. De inmediato, los alemanes iniciaron los trabajos de reconstrucción de la fábrica. Tan sólo seis meses después del asalto, los británicos pudieron saber por medio de su informador que los daños habían sido ya reparados y se volvía a trabajar con normalidad.

Pueblo noruego de Rjukan

Pueblo noruego de RjukanGetty Images/iStockphoto

Bombardeo y sacrificio de civiles

Organizar otra acción de comandos provocaba el desánimo propio de un trabajo de Sísifo, por lo que los norteamericanos, siempre más expeditivos y no tan dados a las operaciones especiales, impusieron la opción de un bombardeo aéreo devastador que arrasase la fábrica.

En esta ocasión, las peticiones del gobierno noruego en el exilio de que no se pusiesen en riesgo vidas civiles no fueron tenidas en cuenta. El 16 de noviembre de 1943, 143 Fortalezas Volantes B-17 dejaron caer sus bombas sobre la planta. De las más de 700 arrojadas, apenas un centenar hicieron blanco en la fábrica de agua pesada, pero fue suficiente para arrasar la central productora de energía.

La acción, no obstante, costó la vida a veintidós civiles noruegos que vivían en Riukan. Los graves daños causados a las instalaciones, y la perspectiva de que pudieran ser destruidas por otro bombardeo masivo en cuanto se reconstruyesen, hicieron que los alemanes decidiesen poner fin a la producción de agua pesada y trasladar a Alemania todas las existencias de este líquido.

En enero de 1944 tenían listos para el transporte por ferrocarril 39 barriles, que contenían un total de 14 toneladas de agua pesada. Churchill decidió destruir tan valioso cargamento mediante una nueva operación de sabotaje. La oportunidad surgía al llegar al lago Tinn, en donde la vía férrea se cortaba y era necesario embarcar los vagones en un transbordador ferroviario.

El plan consistía en provocar mediante una explosión el hundimiento del ferry, con su preciosa carga a bordo, en las aguas más profundas del lago, donde no pudiera ser recuperado por los alemanes. Esa decisión iba a implicar también la pérdida de vidas civiles, ya que el transbordador admitía pasaje.

En la madrugada del domingo 20 de febrero de 1944, los saboteadores noruegos colocaron el artefacto explosivo en la bodega del transbordador y huyeron. Por la mañana se embarcaron los vagones y subieron 53 pasajeros. A las 10:30, la carga hizo explosión.

El transbordador se hundió a una profundidad de 430 metros; sus restos no serían localizados hasta cinco décadas más tarde. La cifra de muertos civiles fue de catorce, entre tripulantes y pasajeros; ese sería el precio en vidas inocentes que tuvieron que pagar los noruegos para que los aliados ganasen la denominada “batalla del agua pesada”. La imposibilidad de obtener ese elemento, imprescindible para el proyecto atómico, impidió a Hitler disponer del arma definitiva.

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