Por Manuel Viera ()
La Habana.- Ahora que es incompatible el libre mercado, la oferta y demanda, incluso viendo que resultan incompatibles los autos que algún enemigo del socialismo autorizó a importar, recuerdo que había una época en la que eran incompatibles muchas otras cosas.
En Cuba fue incompatible llevar un dólar en el bolsillo y era sancionable con una pena similar a la que te imponían si llevabas un arma de fuego clandestina. También recuerdo cuantos años nos resultó incompatible tener un celular y que para usarlo teníamos que ponerlo a nombre de algún ruso o angolano al que ni siquiera conocíamos.
O cuando era incompatible tener un VHS, o un DVD, o habia que rentar una película en un «banco» clandestino. O cuando conectarse a Internet era incompatible a nuestra sociedad, en aquella época en la que los médicos y administradores del sistema nos vendían horas de sus acceso a informed.¿Quién no recuerda que entrar a un hotel era un lujo incompatible con nuestra sociedad?
Recuerdo que a mi hermana le regalaron una luna de miel en Cayo Levisa y se quedó sin luna y sin miel. Incluso, a mí me invitaron, ya siendo permitido entrar a los hoteles, a Cayo Coco y tuve que dejar el carnet y hasta la talla de calzoncillos en la puerta del pedraplén.Para el socialismo cubano todo lo que no huela a miseria y alineamiento resulta incompatible.
Han sido incompatibles autores, músicos, canciones, libros, las máquinas de juegos, el viajar al extranjero, ser homosexual, practicar alguna religión, el pato Donald y hasta los Beatles. Incluso hasta pensar.Pensándolo bien, para el socialismo, quienes no pensamos como ellos somos también incompatibles, somos humanos de quinta, no integramos el proyecto.
¿Será que algo, a lo que resultan tantas cosas incompatibles, no será realmente lo que es incompatible al mundo?
