BAJO EL CASTRISMO, LAS NORMAS JURÍDICAS LEGITIMAN EL CRIMEN

Estado de derecho es en doctrina mucho más que estado de legalidad, que la mera existencia de normas jurídicas que en teoría persiguen ordenar la vida de una comunidad, pero que con frecuencia la deforman.

Estado de derecho es el equilibrio, la correspondencia entre esas normas escritas y los principios y garantías que protegen al individuo, cualquiera que sea el lugar que ocupe en la escala social, garantizándole estado de bienestar e igualdad ante la ley para el ejercicio de sus derechos inalienables.

Las leyes y las instituciones entonces, visto así, no se dictan y estructuran para proteger al Poder de las demandas del ciudadano, sino como herramientas para que este último imponga sus legítimos intereses frente a ese Poder: el ciudadano debe ser servido por sus gobernantes, no ser su súbdito.

En nuestra Cuba, con la instalación del régimen de Fidel Castro, desapareció el estado de derecho, desapareció todo principio democrático del funcionamiento de la sociedad, y lo que ha prevalecido por tantas décadas es un autoritarismo despótico, ciego, construido a imagen y semejanza de aquel ególatra, para quien sus caprichos eran la verdadera Ley.

Solo bajo esa perspectiva puede entenderse lo que ocurre todavía tras tantos años aquí: es la máxima del desentendimiento absoluto de los gobernantes de su condición de servidores, y la asunción del rol de ungidos en capacidad de hacer lo que les de la gana con la vida de millones de seres humanos.

¿Cómo puede -sino desde una mentalidad retorcida, enferma- imponerse una ideología a toda una nación, un pensamiento cerrado y uniforme como opción única para no ser satanizado, excluido de la vida de esa sociedad?.

¿Cómo es posible que un anciano fosilizado, un simple mortal, haya divinizado su apellido hasta sembrar la tragedia en cientos de miles de familias, sin que ese estado de sordidés social varíe?.

¿Cómo puede un pueblo aceptar que un grupo de lacayos de ese apellido se erijan en nuevos verdugos, que persistan en mantener ese estado de esclavitud, sin consecuencias?.

¿Cómo un hombre, avanzando el siglo XXI, puede creerse con derecho a decidir quién es ciudadano o no de su nación, y despojarle ese derecho humano esencial por la misma deforme discriminación ideológica?.

Son hechos que para una mente sana resultan inaprensibles, pero que este régimen satánico ha convertido en Ley.

Las sociedades asisten, cada ciertos periodos de su existencia, a momentos de hundimiento, de vacío moral y material, pero ello solo ocurre como ley histórica para que ganen conciencia de que esa no puede ser la condición que les prevalezca, y la renuncien.

Y esta etapa oscura para los cubanos se ha prolongado demasiado.

Basta de tolerar injusticias. Basta de manipulación y mentiras. No más temor. ¡No más dictadura en Cuba!