Por Arnoldo Fernández ()
Contramaestre.- ¡Qué bajo hemos caído! ¿Qué hace falta para hacer un pan digno para el pueblo? Llamar pan a esto es una ofensa al buen gusto, a la belleza.
El sabor de este objeto es muy desagradable, el olor también. ¡Cuánto nos humillan como pueblo al vendernos esto como pan!
¡Cuánto nos denigran al creer que podemos comer esto! Ni los cerdos lo comen, ni los pollos, ningún animal del reino lo quiere. ¿Qué hace falta entonces para hacer un pan decoroso para el pueblo?
En las casas veo podrirse esto que ustedes llaman pan. Provoca asco llevarlo a la boca. Pensar que hay familias que lo necesitan, no pueden prescindir de una cosa tan abyecta como esta. Por la calidad del pan se valora el estado de un pueblo, de un país.
Si no hay trigo: ¿es imposible hacer un buen pan de maíz?
Duele infinitamente que como pueblo nos vendan una cosa así, duele la falta de respeto, duele la ofensa, duele la desidia de los que no tienen ojos para ver esto. Tú, que me lees, si eres de los responsables de una barbaridad como esta que me resisto a llamar pan: qué haces para que eso cambie, qué haces, carajo.
No humilles más al pueblo con esto; respeta al abuelo, a la abuela, a los niños, al enfermo. Respeta a los humildes de esta tierra.
