DE LA PRENSA OFICIAL, SUS MANQUEDADES Y LAS ELECCIONES EN VENEZUELA

CUBADE LA PRENSA OFICIAL, SUS MANQUEDADES Y LAS ELECCIONES EN VENEZUELA

Por Fabio Fernández ()

La Habana.- El próximo 28 de julio se celebrarán elecciones presidenciales en Venezuela, comicios que -sobra decirlo- son muy importantes para Cuba. Aunque ya no estamos en el mundo de ayer de Fidel, Chávez y la plenitud del ALBA, la nación norandina es un aliado estratégico en lo económico y en lo político.

Si uno revisa las noticias sobre el escenario electoral se encontrará, en lo fundamental, dos matrices informativas. Mientras la gran prensa occidental y sus satélites habla del apoyo mayoritario a la oposición y de la posibilidad de un timonazo oficialista para impedir el éxito de Edmundo González (entiéndase María Corina Machado), los medios chavistas y aquellos articulados con la proyección de estos insisten en el triunfo de Nicolás Maduro y en la persistencia de los esfuerzos desestabilizadores que promueve el bloque opositor.

Sabrán las divinidades y no los mortales lo que ocurrirá en Venezuela. Lo que sí puede identificar un observador de los medios oficiales cubanos es que no abundan en estos análisis serios sobre la situación que por aquellos lares se vive y en torno a las perspectivas de la muy cercana competición electoral. Los trabajos existentes suelen presentar a un chavismo en plena forma y desdibujar la fortaleza de la alianza de oposición.

De tal suerte, a través de los medios oficiales las audiencias que los consumen acceden a una versión un tanto nebulosa de la realidad venezolana, que resulta funcional al discurso que sostiene -con mayor o menor brío- que Maduro ganará. Esta mirada sesgada se muestra -como es lógico- problemática, si se le interpela desde el plano de los deberes del periodismo.

Tal forma DE hacer no constituye novedad. De hecho está arraigada en el ADN del modelo de prensa cubano. Como ejemplos pueden colocarse la cobertura a la descomposición del «socialismo real» y a las elecciones nicaragüenses de 1990. En el primer caso se intentó ver -casi hasta el final- el «vaso medio lleno». Da vergüenza ajena leer qué publicaba Granma en relación con la RDA y Rumanía unos días antes de que los regímenes encabezados por esos «santos varones» que fueron Honecker y Ceaucescu saltaran por los aires. De igual modo, la victoria sandinista se daba por descontada y de repente ganó Doña Violeta, noticia que se colocó en la primera página de nuestro principal rotativo en un puntaje menor que aquella que señalaba la continuidad del recuento de los votos.

Más recientemente tenemos los ejemplos de la Guerra de Ucrania -los medios del patio haN seguido en lo fundamental la versión rusa del conflicto- y el muy triste caso de Bolivia, donde las tensiones al interior del MAS han llegado al punto de que Evo Morales sostiene que Luis Arce se inventó el frustado golpe de Estado. Los matices para contar estas delicadas historias han brillado por su ausencia.

En fin, que la prensa oficial no solo tiene graves problemas para mirar lo mucho que ocurre dentro de este archipiélago, sino que también le cuesta abordar lo que pasa afuera. Omisiones, simplificación de la realidad y subordinación del discurso a las expectativas y a los deseos le pasan factura al deber de informar con objetividad.

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