Historias de la Literatura ()
La Habana.- Julio Cortázar padecía de acromegalia. Si bien se han planteado muchos otros diagnósticos, éste es el más probable.
La acromegalia es un trastorno hormonal en el que un exceso de hormona del crecimiento lleva, entre otras cosas, a una gran estatura. Julio medía 1.93 m.
Otra particularidad física, es que Julio era lampiño. Eso le daba un aire de niño gigante que nos ha dejado un par de anécdotas.
Un día Cortázar recibió la visita de Carlos Fuentes, con el que era amigo por correspondencia pero nunca se habían visto. Cuando Cortázar abrió la puerta, Fuentes le dijo: «¡Che, pibe! ¿Podés avisar a tu papá?». A lo que Julio contestó: «Pasá, Carlos, mi papá soy yo».
En otra oportunidad, uno de los policías que desalojaron una concentración de estudiantes y profesores en huelga lo confundió con un alumno gritándole: «¡¿Adónde vas vos, pendejo de mierda?!»
Estando en París, a fines de los años 60, Julio recibe un tratamiento en base a testosterona, probablemente por las disfunciones hormonales que causa la acromegalia.
Además de los cambios en su comportamiento sexual (que excede sobradamente este relato), Julio pasó de lampiño a barbudo.
Ya sea por su simpatía con los barbudos castristas, porque la esperó más de 50 años, o para tapar sus facciones acromegálicas, lo cierto es que la barba llegó para quedarse en su rostro.
