Por Fernando Clavero ()
La Habana.- Abel Sarmientos pasó a formar parte de ese grupo de personas que una vez fueron famosas y que luego murieron en la indigencia. El voleibolista camagüeyano no fue el primero, y tampoco será el último.
En ese grupo entran músicos, militares, y sobre todo deportistas, muchos de los cuales apenas tienen cómo sobrevivir, y buscan refugio en el alcohol, y tratan de encontrar un medio de subsistencia a como dé lugar, olvidados por los mismos que una vez se aprovecharon de ellos.
Entre esos famosos olvidados se encuentra José Luis Quintana Fuentes, cuyo nombre no le dirá mucho a la mayoría, pero lo reconocerán al instante cuando digamos que se trata de Changuito, el percusionista de Los Van Van, y fundador del grupo, quien, según algunos medios, vive en la más absoluta pobreza y abandono.
Changuito (Van Van)
Cierto es que si no cuidaste tu familia y no hiciste por ella, nadie se ocupará después de ti, pero también es verdad que el gobierno olvida a sus ancianos, sin importar cuánta gloria hayan aportado al país, o cuánto los hayan utilizado para sus campañas promocionales, entre ellas la exacerbación de un nacionalismo desmedido o para hablar de las bondades del socialismo.
Por años, los líderes de la mal llamada revolución, aprovecharon las victorias de los boxeadores, beisbolistas y otros deportistas para venderle al pueblo la imagen de país próspero, único, con posibilidades casi inigualables, pero luego se olvidó de esos mismos de los que se aprovechó.
Félix Morales
No todos tuvieron la luz larga suficiente -o la suerte- de conseguirse algún contrato en el exterior como entrenadores, y se vieron lanzados a la miseria más absoluta. Entre estos se encuentran el pesista Alberto Blanco, medallista en los Juegos Olímpicos de Moscú; el baloncestista Félix Morales, una de las grandes estrellas del básquet en la isla, quien andaba por las calles con una cara de indigente que daba lástima.
La mejor baloncestista de Cuba en todos los tiempos, Leonor Borrell, sobrevivía vendiendo croquetas frente a la feria de La Rampa, hace muchos años, porque la ida de su hermano Lázaro a Estados Unidos, la condenó al ostracismo y le negó todas las ayudas posibles.
Alberto Blanco, medallista en Moscú 1980 en pesas
Omar Santiestabn, aquel peso mosca que le plantó cara a los grandes del boxeo mundial, es un mendigo. Ariel Hernández, el doble campeón olímpico de boxeo vive al límite de la pobreza, con una tristeza que lo corroe. Iosenqui García, uno de los grandes atacadores centrales que tuvo el voleibol cubano, intenta un día sí y otro también desprenderse del alcohol. Ha atentado contra su vida y, por suerte, ha logrado sobrevivir.
Osvaldo Lara, aquel medallista de plata en Moscú 1980, se murió entre lamentos, porque apenas tenía con qué vivir. Tal como sucedió con Abel Sarmientos, una pieza clave en aquellos equipos de voleibol que le plantaron cara a lo mejor del mundo, aunque le fueron esquivos los grandes títulos.
Omar Santiesteban, boxeador
Hay una diferencia enorme entre los que se fueron y los que se quedaron. La mayoría de los grandes deportistas que se han ido, lo mismo antes de terminar sus carreras que después, viven bien. Lo mismo en Estados Unidos que en Panamá o España… no importa el país.
Algunos, es cierto, no han tenido mucha suerte, como el pelotero Oscar Macías, quien padece de problemas psíquicos y ha estado preso en más de una ocasión, y hace unos meses creaba problemas en los lugares que merodeaba en Miami. Lo mismo que Juan Carlos Bruzón, el pimentoso jardinero central holguinero, quien se fue a Estados Unidos y supuestamente se metió en cosas en las que no debía y un día desapareció, o lo desaparecieron, porque ni su cuerpo han encontrado.
Osvaldo Lara, medallista en Moscú 1980
Uno de los mejores ajedrecistas cubanos de todos los tiempos, Jesús Nogueiras, parece un loco en Santa Clara, donde a duras penas encuentra lo necesario para vivir. Leinier Domínguez se fue a Estados Unidos y su carrera ha llegado tan lejos que de los nacidos en la isla, solo José Raúl Capablanca está por delante.
José Ariel Contreras vivía con su esposa e hija en un chinchal. Nunca le ofrecieron un lugar donde vivir al guajiro de Las Martinas, quien un día se cansó, se fue a Estados Unidos y de golpe y porrazo recibió 32 millones de dólares que le resolverían sus problemas para siempre.
Hay mucha diferencia entre los olvidados del castrismo, los utilizados de alguna vez y los que partieron. Los grandes deportistas que aún quedan en Cuba, sobreviven a duras penas, a veces sin los medicamentos necesarios para paliar las secuelas que dejó en ellos tanto tiempo entrenándose a tope.
Veternao de la guerra de Angola
Y ni hablar de los que resultaron heridos en la guerra de Angola o de Etiopía, cuyas secuelas cargan cada día, y a veces no tienen ni qué comer, ni dónde dormir. De esos también se olvidó la revolución… porque ya no le son útiles.
Cuando mueren personas como Abel Sarmientos, es fácil explicarse porqué se fue Osleidys Méndenz, la campeona olímpica de lanzamiento de jabalina, porqué la mayoría de los ganadores de oro olímpico en boxeo, viven fuera, o porqué los niños que juegan béisbol se van desde que son adolescentes.
Pero qué podemos esperar de un país donde hasta uno de los exgenerales, Néstor López Cuba, se murió en una finca, pasando trabajo, de Leptospirosis, y solo lo encontraron varios días después.
Los únicos ancianos que le preocupan al régimen son los suyos: los Castro y ese exiguo grupo que los acompaña: Machado Ventura, Ramiro Valdés. Guillermo García y Esteban Lazo. El resto se puede morir, que no es problema de los que gobiernan.
