Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- El parlamento cubano, según dicen, discutirá unos 90 temas esta semana. Desde mi punto de vista como economista, dos asuntos serían los principales: crecimiento económico y déficit presupuestario, precisamente asuntos muy poco transparentes en el discurso oficial.
Sin un crecimiento económico al nivel que debería esperarse después de una fuerte crisis, como mínimo un crecimiento de cuatro por ciento anual, no habría la mejoría sustancial de las cuentas públicas que se requiere para contener la inflación.
El parlamento cubano aprobó en diciembre de 2023 una extravagante propuesta presupuestaria preparada por el Ministerio de Finanzas que proyectaba un déficit para 2024 equivalente a 18,5 por ciento del PIB. De entrada, eso era incompatible con una estabilización macroeconómica.
El gigantesco déficit proyectado para 2024 (18,5 por ciento del PIB), el segundo mayor del mundo, incluía la cuestionable premisa de que era factible potenciar en Cuba la captación de ingresos presupuestarios, principalmente con medidas tributarias.
El problema de fondo con el desbalance macroeconómico de Cuba es que, aunque gastos e ingresos presupuestarios se han reducido como por ciento del PIB, la contracción de ingresos (32,1 por ciento desde 2018) sería tres veces mayor que la reducción de gastos (11,6 por ciento).
La distinta dinámica del peso relativo de gastos e ingresos presupuestarios en el PIB implicaría dos alternativas: una reducción sustancial de gastos en el corto plazo por debajo de 50 por ciento del PIB, o un salto de los ingresos hasta un nivel cercano a 50 por ciento del PIB.Con los datos disponibles de crecimiento económico, del cual depende la escala de la base de ingresos presupuestarios, no es razonable esperar un salto de estos. Parecería que esta realidad se ha hecho evidente y habría impactado el discurso oficial.
Si en diciembre de 2023 el relato oficial se centraba en la aspiración de incrementar ingresos, ya en la reunión del Consejo de Ministros de finales de junio de 2024 el discurso pasó a un ajuste del presupuesto a condiciones de “economía de guerra” reduciendo gastos.
La actualizada narrativa presupuestaria oficial parece centrarse ahora en la “inejecución” de gastos y en una mayor centralización de aprobaciones presupuestarias. La mala noticia pudiera ser que eso no sería suficiente para reducir sustancialmente el déficit.Probablemente el aspecto “novedoso” más perjudicial consistiría en la intromisión del Ministerio de Finanzas en la formación de tasas de ganancia del sector no estatal, extendiendo a este emergente sector el esquema encartonado de la planificación centralizada.
Existe el riesgo de que el Ministerio de Finanzas de Cuba al aplicar medidas populistas de dudoso resultado (límite de tasas de ganancias y topes de precios) termine magullando una capacidad de oferta que ya es frágil y sin la cual no habría estabilización macroeconómica.
