LAS TROPAS DE KENIA

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Por Jorge Fernández Era ()

La Habana.- El martes 25 de junio del presente año llegó a Puerto Príncipe, Haití, la primera parte del contingente de tropas de Kenia, encargado de contener a las pandillas que hoy campean en la capital del vecino país y ponen en tela de juicio la capacidad de las autoridades haitianas de controlar la ola de violencia y su respectiva crisis humanitaria.

Uno se pregunta qué demonios hacen allí militares que han viajado fuera de su continente a una nación que dista más de doce mil kilómetros de sus fronteras. Alguna deuda de gratitud debe tener Kenia con Haití para que ocurra tal incursión militar.

El martes 9 de julio recibí en mi edificio la visita del mayor Frank Pérez Olivera, jefe de sector de la PNR del Consejo Popular Tamarindo. Me entregó una citación para una entrevista con él al otro día, a las 10:00 am, en la Unidad de Aguilera. A esa hora, en el Salón de Protocolo de dicha institución policial me hizo el inmenso honor de recibirme la teniente coronel Kenia, de la Seguridad del Estado, a la que nunca me atreveré a mencionar en ninguno de mis posts so peligro de que me acuse de desacato.

La acompañaba el no menos agradable mayor Evelio, oficial de la contrainteligencia ya conocido en el barrio por sus intrépidas incursiones para perder tiempo y recursos en acosar a Laide a mis espaldas. Objetivo: «prestar declaración por ser mencionado dentro de la denuncia 10567/24», formulada contra Alina Bárbara López Hernández y Jenny Pantoja.

Recuérdese que Alina perdió su pelea contra un «peso completo» del equipo femenino de judo de la PNR de Matanzas. Otra imputación que no fuera la del delito de «atentado» no merecía quien (de esta forma lo hubiera descrito el gran H. Zumbado) proyectó su cuerpo con demasiada fuerza contra el pavimento de la Vía Blanca.

Uno se pregunta qué demonios hace en la Unidad de la PNR de Aguilera una oficial de la Seguridad del Estado de tan alto rango, cuando una simple declaración por un delito común podía haberla tomado el que custodia la puerta y llorar él solito por mi negativa a firmarla. Pero alguna deuda de gratitud le tendrán a la teniente coronel cuando la tratan con temor y le llaman «jefa», no soy quién para cuestionar tal deferencia hacia mi persona.

Me di otros lujos, como el de enfrentarla mirándole a los ojos y sacarla de quicio para que asegurara que yo le falté el respeto diciéndole que lo de que Alina y yo «convocábamos a marchas» era una absoluta mentira. También el de pasar ayer por el sector de la PNR de Tamarindo (el de las fotos de los carros patrulleros gomas arriba del 11 de julio de 2021) y señalarle en cara al mayor Frank: «Me engañaste».

Meterle miedo a Alina, a Jenny, a Raymar, a Tan Estrada, a mí y a otros por la proximidad del tercer aniversario de las mayores protestas populares de los últimos años fue el objetivo de dichas citas. Olvidan que la gente volverá a salir a las calles, no porque individuos como nosotros los compulsemos, sino porque actos tan detestables, cobardes, punibles y fascistas como los que cometen ellos les llenarán la cachimba. Y eso no podrán impedirlo ni las tropas de Kenia.

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