Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- Anuncian seis decretos leyes que modifican normas anteriores para “regular, acompañar, conducir, controlar” al sector no estatal, otro decreto para la creación del Instituto Nacional de Actores Económicos No Estatales, y analizan los recientes topes de precios.
Parecería que el gobierno cubano tiene una visión innovadora sobre la función de precios, mercados y empresa privada, pero no es el caso. En el fondo es una nueva versión del esquema de la reforma Liberman- Kosyguin aplicada en la URSS en 1965.
El principio de que “el principal actor de la economía es la empresa estatal socialista y las diferentes formas de gestión no estatales son un complemento de ella”, ancla la política económica cubana en un esquema de sistema económico obsoleto.
Se trata de un esquema de transformación -principalmente organizativa- que combina la alegada fortaleza de la administración central y el aprovechamiento del mercado para mejorar la información (principalmente precios) y la motivación laboral y gerencial.
La “actualización” del modelo cubano encaja generalmente en esta visión de reforma que predominó desde mediados de los 60s hasta finales de los 80s y que no retó esencialmente los pilares de un esquema de “planificación centralizada” sino que introdujo retoques para “perfeccionarla”.La experiencia histórica no registra caso alguno de éxito sustentable a largo plazo de tal modelo. La variante más osada (Nuevo Mecanismo Económico en Hungría) tuvo duración limitada.
Llegado a este punto es cuando quizás alguien mencione a China y Vietnam. Ciertamente son transiciones económicas dirigidas por partidos comunistas en el poder, pero superaron, desde hace tiempo, el paradigma de la planificación centralizada.
China y Vietnam no son modelos para reproducir en Cuba, pero creo que es importante tomar nota de que lo que se hace hoy en Cuba no parece conducir a algo parecido a esos modelos, sino más bien a reeditar los fracasos observados en la URSS y Europa Oriental.
