Por Laritza Camacho
La Habana.- No un silencio cobarde, provocado por el miedo a decir. No un silencio cansado por la inutilidad de la palabra…Me refiero al silencio brutal, a ese donde sólo escuchas el latido del corazón y el sonido de las tripas vacías…
Silencio de los que son ultrajados y también de los que ultrajan…cero discurso vacío, cero palabra inteligente, cero ofensa, cero queja, cero válvula de escape, cero adrenalina liberada, cero música…silencio solamente.
Como ese silencio inquietante en los inicios de una meditación donde eres puro nervio desconcentrado y puro caos humano…
Me imagino la boca cerrada del mentiroso, las manos incómodas del mago con todos los trucos a la vista del suspicaz, que también calla…
Me imagino a las madres sin regaños, a los hijos sin el grito rebelde, a los jefes sin poder dar la absurda orden de combate, a los médicos sin comentar el posible diagnóstico, a los enfermos sin poder explicar los síntomas…partos silenciosos y niños sin poder anunciar su primer llanto…
Enamorados sin suspiros, fiscales sin veredicto, abogados sin argumentos…
Sopa sin sonido de cucharas… ejércitos desorientados, aviones apagando motores en el aire y cayendo en picada sobre la tierra muerta…
24 horas de silencio para que cada cual se pueda ver en el espejo de su alma…
Quien calla no siempre otorga… no se confundan con el silencio los dueños del insensato ruido…cuando el silencio estalla, no existe manera de volver atrás…
