Por Carlos Cabrera Pérez
Madrid.- El compañero Javier Milei seduce locamente a la casta verde oliva y enguayaberada, que ha asumido los postulados liberales del presidente argentino, recortando el gasto social y las inversiones improductivas; aunque sigue financiando absurdos como el aparato del gobernante partido comunista, con sus satélites políticos y de masas y la estructura represiva anticubana.
La enésima rectificación económica del tardocastrismo confirma la metástasis de la improvisación permanente, que parece haberse estrellado con la triste realidad que hoy acompaña a Cuba, donde el general deterioro sigue siendo el militar más poderoso, por encima incluso de esos Chicagos Boys de Gaesa, vendidos como supuestos mensajeros de la prosperidad y mujeres de la Casa Prado, cuando solo son productores netos de pobreza y desigualdad.
Como el general de división Luis A. Rodríguez López-Calleja falleció hace dos años, pues cargará con la culpa del desastre, mientras los miembros del Buró Político y los cargos económicos partidistas y gubernamentales escaparán -una vez más- a la responsabilidad que les presupone.
La revolución abolió el Tribunal de Cuentas, la justicia imparcial, la oposición y la prensa democrática, pues ahora los mismos que -en diciembre de 2023- defendieron las virtudes del Presupuesto para el presente año, ahora cantarán las ventajas de la rectificación.
Aún no sabemos, si el fidelista grupo de Benavides ha tenido alguna influencia en corregir el rumbo equivocado de una élite ciega y sorda, encapsulada en Siboney, Miramar y otros cayos adyacentes donde la vida es más sabrosa, pero lo único que no ha faltado en Cuba ha sido opiniones y alertas de economistas como Pedro Monreal, Pavel Vidal, Mauricio de Miranda, Everleny Pérez, José Luis Rodríguez, Humberto Pérez y el propio Joaquín Benavides.
Una idea del desastre en que el tardocastrismo ha convertido a Cuba es la comparecencia del ministro de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro Ale, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) para presentar las cuentas que regirían 2024.
Hace siete meses, el compañero Vladimir informó a la diputancia que dedicarían el 63 por ciento del presupuesto a Salud Pública, Educación, Seguridad Social, Educación y Cultura, pero esos cuentas ya no sirven porque el pan sin na acaba de decretar la guerra económica, que consiste en asumir públicamente lo que ya venía haciendo, desde que Raúl Castro, el pescador jubilado con un pie en el estribo de la mula que tumbó a Genaro, dijo que un país no debe gastar más de lo que ingresa. ¡Lúcido el cuate!, pero su exyerno se cagó en la noticia y promovió un plan de construcción de activos inmobiliarios de lujo, incluso en medio de la pandemia de coronavirus, cuando murieron cubanos por falta de oxígeno.
Pero si alguien tiene tiempo de revisar el Presupuesto de 2023, entonces comprobará que el gobierno dedicó, en el papel que votó la ANPP, el 2,1 por ciento a salud y seguridad social, el 1,2 por ciento a educación; es decir 16 y 27 veces menos respectivamente que la inversión en los bisnes de Birán, S. A., llamados eufemísticamente «servicios empresariales e inmobiliarios».
Sería deseable, si no es molestia para la tropa económica tardocastrista, que expliquen qué pretenden hacer con la economía, que no perdona los errores, especialmente los de sicofantes a bordo de yipones BMW y Toyota, pues la prensa estatal se ha limitado a repetir que se consagrarán a conseguir la “estabilidad de la macroeconomía”, con una política de precios únicos y algunas regulaciones y reajustes destinados a “corregir distorsiones y reimpulsar la economía durante 2024″. Cualquier semejanza con el Plan Milei es pura coincidencia, pero arrepentidos, los quiere Dios.
Obviamente, no sabemos la cuantía de los recortes anunciados en ese estilo habitual de los guayabitos del pinar, que han pervertido el lenguaje económico con lenguaje hueco y simplón: la batalla de la papa o la contienda azucarera, que dejaron a los cubanos sin papas y sin ¡azúcar!, pero ya lo había avisado el comandante en jefe: “La edificación de la nueva sociedad en el orden económico es también un trayecto hacia lo ignoto”, y ¡tanto!, 65 años nadando en aguas del Danubio, el Orinoco, el Yangtsé, el Zayandeh y el Lena, para venir a morir al torrente de Miami; pese a que los combatientes juran que el arroyo de la sierra les complace más que el mal.
Mientras a Díaz-Canel le crecía la nariz asegurando que la revolución no abandonaría a nadie, una guámpara verde oliva y callada por las arenas venía y -tras el paréntesis propagandístico de 2023- los espíritus de la noble Juana Bacallao y el zorro Nicolás Guillén se han apoderado del palacio de las mentiras, entonando a dúo:
Como si el Peluca la mano pura
a Limonardo familiar tendido hubiera,
como si el Plata vegetal viniera
con el Cauto a juntar agua y ternura,
(…) Huyó la muerte. De su sombra impura,
del puñal, del veneno, de la fiera,
sólo el recuerdo bárbaro perdura.
Hecha de dos un alma brilla entera,
como si el Peluca la mano pura
a Limonardo familiar tendido hubiera.
