ECONOMÍA DE GUERRA NI ECONOMÍA DE GUERRA…

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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- Los cubanos, de pronto, nos hemos asustado porque el castrocanelismo ha declarado que el país está en economía de guerra. Llegó el momento de halarse los pelos, de pensar que la situación es complicada de verdad, porque hasta los gobernantes, que habitualmente no se dan cuenta de nada, mandan un mensaje alarmante.

Según Google, mi auxiliar para cada ocasión en que tengo dudas, «el término economía de guerra se refiere a un sistema económico en el que un país orienta la mayor parte de sus recursos hacia la supervivencia y el esfuerzo nacional. Por norma general, se suele activar en respuesta a una crisis extrema, como un conflicto bélico o una catástrofe económica».

En situaciones como la de marras, el gobierno se abroga una serie de prerrogativas, entre ellas el racionamiento de los bienes, la reorientación de la producción en las direcciones más críticas, y la implementación de estrictos controles económicos para garantizar la supervivencia del país.

Cuba, un país sin rumbo en manos de una dictadura sin brújula | DIARIO DE  CUBALeyendo estas cosas, no tendríamos motivos para alarmarnos por la declaración gubernamental, porque desde hace rato cumplimos con esas normas establecidas para declararnos en economía de guerra. De hecho, pudieron hacerlo hace 30 años y no hubiera pasado nada. La gente hubiera seguido a lo suyo con total normalidad.

En Cuba hay tanto racionamiento que ya no hay qué racionar. Millones de cubanos solo pudieron comprar arroz en el mes de junio. De la famosa canasta básica que habló el Hombre de la Limonada hace poco más de un año, la lista bajó a cinco o seis, y de pronto se ha reducido drásticamente a dos: arroz y algo más, en dependencia del lugar de Cuba del que hablemos, sin incluir a La Habana, privilegiada desde siempre, si es que a lo que vive la capital se le puede llamar privilegio.

En unos lugares solo vendieron arroz y café. En otros arroz y pasta comestible, en algunos el cereal de siempre y sal. El aceite ya no entra en la canasta básica y el azúcar, al parecer, tampoco. Eso es economía de guerra, con racionamiento extremo, como si los cubanos vivieran en el Leningrado bloqueado por las tropas alemanas durante la II Guerra Mundial.

Elías Amor: En el 2023 los cubanos serán un 5,3 % más pobres que en el 2019  CubanetLo de orientar las producciones en una dirección casi se cumple también, solo que en lugar de un sector, lo han orientado a dos: a satisfacer a los turistas que cada vez en menores cantidades arriban al país, y a la clase gobernante. A esos no les puede faltar absolutamente nada.

Y lo de los controles estrictos está implementado hace décadas. El gobierno lo quiere controlar todo, desde lo que la gente produce, lo que vende y hasta lo que come. No se mueve nada en Cuba sin que el gobierno lo sepa, sin que decida los precios, los mercados, las formas de venta… tan así ha sido por más de seis décadas que se ha desestimulado la producción de todo. Cuba no produce nada. Los cubanos están peor que cuando la Reconcentración de Weyler, una estrategia criminal ideada por el general español Valeriano Weyler para intentar acabar con los recursos que llegaban a los mambises para su subsistencia.

El régimen cubano anunció que por la crisis económica no habrá productos de  higiene hasta abril - InfobaeHay más inspectores que productores. Más jefes que obreros, más personal de oficina que en la producción, más dirigentes que trabajadores. Y luego algunos se alarman porque Díaz-Canel y los descerebrados que lo obedecen hayan declarado lo de economía de guerra. A mí, en lo particular, me tiene sin cuidado, porque desde que abrí los ojos al mundo vivo en una perenne escasez.

En la casa del general de la esquina siempre hay olores a asado, fiestas los fines de semana y decenas o cientos de botellas vacías en el basurero al otro día, pero en la mía a veces se bota la bolsa de basura sin nada dentro, porque no hay comida. La boto por rutina, por hábito, porque toca botarla, no porque haya nada que botar, porque tampoco hubo qué comer.

Así que no me hable nadie de economía de guerra, porque de eso nadie sabe más que yo.

 

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