LA DANZA DE LOS MOSQUITOS

0
12
Por Manuel Viera ()

La Habana.- En la mañana me enteré de que muchos miembros de la familia de mi esposa han enfermado, por allá por Granma, del virus este con el nombre raro, y ahora en la tarde leo que ya el virus nos acompaña en La Habana para, junto al dengue, las lluvias, los huracanes y el COVID hacernos la vida menos aburrida.

Sin embargo, hoy ando muy bruto, torpe y me enredo con facilidad. Esta vez voy a necesitar ayuda de los directivos de Salud Pública, de algún epidemiólogo o entendido en la materia.

Estos son tiempos en los que basta con una alerta y pedirle al pueblo que se cure con hojas de guayaba y raíces de cilantro. Sin embargo, recuerdo que antes, cuando lucíamos más humanos, por una fiebre te obligaban a ingresar, pasaban los compañeros de Salud Pública y revisaban los patios y las casas, fumigaban periódicamente y detrás venía otro a verificar si habían fumigado.

Además de eso, echaban abate en los depósitos de agua y, si alguien enfermaba, durante una semana fumigaban a diario toda la manzana. Esto se mantuvo, incluso, durante los peores momentos del período especial, bajo condiciones comerciales y geopolíticas mucho más complejas que las de ahora.

Es decir, por aquellos difíciles años, en los que había menos comercio, incluso menos divisas pero más neuronas, se hacían estas cosas.

Inevitablemente, tengo que preguntar: si ahora, que todo se hace desde la ciencia, ¿basta con alertar y atracarnos con hojas y raíces? Si hoy, que han cambiado las prioridades y estilos de trabajo, si está bien que el «visto» se ponga amarillo, se aburra sobre el refrigerador y coja telarañas, ¿quiere decir entonces que antes se hacía muy mal?