BAREDUMBI DÁ (EL DUENDE)

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Por Ulises Toirac (Humor)
La Habana.-
Los pícaros duendecitos revolotearon luminosos y diminutos antes de posarse inquietamente al borde de mi cunero.
– ¡Ay mamá esto es un aborto! -dijo escandalizado uno de ellos.
– Pues no -éste leía la historia clínica al pie de mi diminuta camita- aquí dice que parto sin cesárea.
– ¿Con ese par de orejas? -dijo otro del enjambre y se dirigió a mi mamá dormida profundamente luego del parto:- Señora, mis respetos… Buaaaaajajajajajajaja
– Atención -el que parecía el más viejo se irguió-. Aquí estamos para decidir un talento no para evaluar un niño. Si lo descubre en su vida, será feliz, si no, como alma en pena, vivirá sin la alegría de no saber ni poder convertir su trabajo en diversión.
– Esto, con esa cara, va a vivir como alma en pena aunque le dejemos un cartelito en el pecho.
Ya aquello se estaba tornando fuera de control. Algunos duendecillos se arrastraban de la risa por toda la baranda de la cuna mientras otros bailaban divertidos. El «anciano» gritó:
– ¡Barendumbi dá!
Inmediatamente todos se callaron y calmaron. Como si hubiera caído un trueno en el cuarto.
– Habilidades manuales no -dijo uno- con la pobreza de pareja que va a tener, darle habilidades de ese tipo le va a joder la salud.
Estallido de risas.
– ¡¿Tendré que ponerlos a todos en la salmuera del dragón Pirubimbo o que baredumbi dá les pasa?!
Silencio sepulcral.
– Yo… yo… yo pienso que… me parece… que no debe ser pintor. Ni de brocha gorda. No me suena de mi equipo…
– Habilidades para las Ciencias en general… no creo… va y las asimila pero nunca va a postular ni la ley del aceite hirviendo. Mi equipo declina este niño respetuosamente.
Algunos sonrieron escondidos creyendo sarcasmo ante el anciano.
– Creo que yo sí lo quiero -salió del fondo del grupo más nutrido de ellos-. Le traquetea, pero tengo que aceptar que pa mi equipo este niño está que ni pintao… por las manos de un nervioso. ¡Lo quiero en mi equipo! ¡Y pal baredumbi dá!
Todos aplaudieron estruendosamente y levantaron vuelo contentos de anotarse otro en el plan diario.
Sin poder hablar los vi dirigirse como un enjambre luminoso. Dos habían quedado atrasados en el borde de la cuna mirando mi cara.
– ¿Y ese qué grupo dirige que no me suena conocido?
– Tranquilo. Ni siquiera es talento propiamente hablando lo de su equipo. Este niño solo va a poder hacer reír…
– ¡Pues lo logró antes de tener equipo!… ¡Baredumbi dá!
Y levantaron vuelo burlones y zigzagueantes en dirección a la puerta.