LA HISTORIA DETRÁS DE LA FOTO (XXXIV)

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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- ¿Se acuerdan de aquellos mensajes que la televisión cubana ponía hace 40 años, en los que salía un niño preguntándole a un policía si era su amigo? A los de mi generación, los que nacimos después de los 70 nos saturaban con eso.

La policía tenía que ser amiga, bien vista. El régimen de terror implantado en el país tenía, por obligatoriedad, que dar la imagen al mundo de un lugar tranquilo, con agentes buenos, humildes, desprendidos, conscientes, y hasta coherentes. Pero nada más lejos de la realidad.

La historia de la foto de hoy tiene que ver con Santiago de Cuba, y nos llegó a través de una denuncia en las redes sociales del influencer Yosmani Mayeta Labrada.

Todo ocurrió en un punto de gas de la ciudad santiaguera. Cuando el lugar abrió, ya había allí una cola de más de 80 personas, la mayoría de las cuales había garantizado el orden desde la noche anterior, para asegurarse tener al menos combustible, para cuando aparezca la comida.

Pero el policía de la foto llegó en su moto, se bajó y sin pedir permiso, ni comentar nada, ni dar explicación alguna -porque no la había, por supuesto- entró a comprar su bombona de gas. Y los dependientes, que le tienen un miedo atroz, se la vendieron. La gente murmuró algo, muy bajito, pero tampoco dijo nada.

Puede ser una imagen de 2 personas y textoEso es un abuso de autoridad, y es algo a lo que nos tienen acostumbrados los corruptos agentes del orden y los dirigentes. No sé ustedes, pero yo no he visto jamás a un policía en una cola para nada, ni a un dirigente de cualquier nivel. A veces me pregunto sí comen o no, porque para ellos no existen mercados, no se «matan» por un paquete de pollo, no tienen problemas con el agua… y a veces ni se les va la corriente.

No hay un policía digno en Cuba. Así, textualmente, como lo digo. Ya sé que ser absoluto no suele ser bueno, pero si hubiera uno con dignidad, se habría quitado el uniforme hace tiempo y lo habría quemado.

Ningún ser humano con vergüenza representa a la policía. Y ese que entró a comprar gas, pasando por encima de la cola, de personas de todas las edades que llevaban horas en el lugar, es un ejemplo claro. Pero hay miles de ejemplos más, porque los policías se dejan corromper, venden gasolina, lo que le decomisan al infeliz que vende, lo revenden ellos más adelante, o cobran coimas por permitir que algunos acomodados delincan.

En la mayoría de los países del mundo, llevar el uniforme de policía es sinónimo de gallardía y respeto. Los policías cubanos constituyen un ultraje más para el país.

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