GUAPERÍA DE BARAGUÁ

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFEGUAPERÍA DE BARAGUÁ

Por Carlos Cabrera Pérez

Madrid.- El tardocastrismo está viviendo su particular guapería de Baraguá con una flotilla rusa anclada en la pestilente Bahía de La Habana, incluido un submarino nuclear sin ojivas; tal como hicieron los soviéticos en 1962, y demostrando que el primordial interés de la casta verde oliva y enguayaberada es la conservación de sus privilegios.

Rusia no se parece en casi nada a la URSS, excepto en que hablan el mismo idioma, el petróleo a cuentagotas y los posibles negocios con el requisito de pago directo a bancos rusos, pero ya estarán movilizados pioneros y cadetes para que suban a bordo y hacerles fotos; aunque la más esperada es la de Raúl Castro brindando por Iósif Vissariónovich Dzhugashvili.

La esquizoide política tardocastrista insiste una y otra vez en pintar un mundo que ya no existe, desconociendo que son los mayimbes tropicales quienes deben cambiar y dejar de seguir insistiendo en amistades generosas y desinteresadas que nunca existieron. Hace años que los cubanos descubrieron que las moscas venían de Moscú y las esencias caras de la yuma.

Recuerdan en Cuba Protesta de Baraguá, muestra de dignidad y bravura –  EscambrayCuando Antonio Maceo protagonizó el alarde de Baraguá, la causa cubana estaba arruinada y solo unos días después, debió pedir dinero y salvoconducto al general español Arsenio Martínez Campos para salir al exilio en Guatemala, desde Santiago de Cuba. O sea, que el 23 no se rompió el corojo porque no había con qué guapear.

Otra vez la propaganda sustituyendo a la verdad; otra vez la perversión delirante de suplantar la triste realidad que hoy acompaña a millones de cubanos, con el entusiasmo de un espejismo. Los rusos ya deben estar vacilando en la escala tropical, mientras los luchadores habaneros intentarán venderles habanos, ron y sexo; aunque los más osados intentarán llevarlos a una valla de gallos y a un burle.

La lógica política y humana aconsejan una relación mutuamente ventajosa con la democracia más antigua y el mercado más dinámico del mundo, distante a 180 kilómetros de las costas cubanas y desde donde -pese al embargo y las restricciones- llueven remesas, pollos, medicinas y carros.

El tardocastrismo no aguantaría si no fuera por la solidaridad de buena parte de la emigración cubana, que comparte los frutos de sus fructíferos esfuerzos en tierra ajena, con familiares y amigos en Cuba, que sigue siendo un pueblo noble con un gobierno canalla.

La diáspora ha contribuido más al bienestar de los cubanos que las políticas erróneas del partido comunista, jineteras y jineteros han contribuido más a la inversión extranjera en Cuba, que los funcionarios encargados de mecerles la cuna a potenciales inversores y robagallinas que guapean por La Habana desde el desmengueramiento de la URSS.

Sería oportuno que el profesor Calviño regalase un juego de soldaditos de plomo al compañero Limonardo para que entretenga sus largas horas de ocio en jugar con las figuritas y simular grandes batallas donde siempre consiga ser el guapeador en jefe.

Que no hay libertad, a guapear; que no hay jama, a guapear; que no hay luz, a guapear; que no hay agua, a guapear; que no hay medicinas, a guapear; que no vienen turistas a guapear…

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