LA CENTRALIZACIÓN Y EL BUROCRATISMO QUE IMPONE EL CONSEJO DE MINISTROS DE CUBA A LA CIENCIA Y LA INNOVACIÓN

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Por El Estado como tal
La Habana.- El Consejo de Ministros de Cuba ha adoptado tres niveles de “prioridades nacionales en ciencia, tecnología e innovación” que son cuestionables por sus conceptos problemáticos y premisas incompletas. También las dotaron de “formas de gestión” centralizadas y burocráticas.
La propia expresión utilizada –“la fórmula para salir de la situación”- revela una consideración oficial de la innovación como un proceso del tipo Deux ex machina, en tanto elemento externo a las empresas que es capaz de resolver un problema sin entender su lógica interna.
La nota de prensa no aclara el concepto de innovación que manejó el Consejo de Ministros, pero queda claro que no refleja la centralidad que desempeñan las empresas en la mayoría de las definiciones de innovación. Parecería ser entonces una conceptualización problemática.
Lo que dice el informe de prensa de la reunión del Consejo de Ministros es que las empresas son consideradas como un elemento más en una constelación de “actores” (OACE, OSDE, entidades de ciencia, municipios y provincias) cuya función es “ejecutar” proyectos estratégicos.
Internacionalmente se considera que la firma es un “locus” crucial (lugar donde ocurre la innovación), entendida esta como proceso basado en la activación de capacidades internas específicas de la firma, acumulación de rutinas y conocimiento tácito.
Para que ocurra innovación en un sistema económico debe existir suficiente capacidad al interior de la firma que permita reconocer, evaluar, negociar y finalmente adoptar la ciencia y la tecnología. Es decir, una premisa muy distante de la realidad empresarial media de Cuba.
Ciertamente pueden citarse casos de empresas cubanas (estatales y privadas) que funcionan con alto nivel científico y tecnológico, que son innovadoras, emprendedoras y con resultados reconocidos internacionalmente, pero son excepcionales, alejadas de la media empresarial.
La centralidad de la empresa como locus de la innovación no significa que no existan otros niveles de análisis, incluyendo los llamados “distritos industriales”, “polos”, sistemas nacionales en su conjunto, o cadenas globales, pero la empresa es un “ladrillo” básico.
Desde una perspectiva multifactorial, lo que hace que pueda contarse con una masa crítica empresarial con capacidad interna innovadora incluye aspectos como los incentivos, organización flexible, nivel de decisión, costos de transacción y formas de propiedad.
Una propuesta que no parta de identificar la función crucial de las firmas en la innovación, de evaluar con realismo la situación de estas y de entender las soluciones que deben aplicarse para dotarlas de capacidad innovadora, sería una pérdida de tiempo y de recursos.
Parece desconcertante la identificación de los alimentos como un “tercer nivel” de prioridad estratégica. Tampoco se entiende bien el acento unilateral en el alimento animal, ni la exclusión de la carne de ave (la de mayor consumo en Cuba) de las acciones inmediatas.
Es risible (también pudiera ser trágica) la noción burocrática de que un Consejo Nacional de Innovación, proyectos de gobierno “estratégicos”, y “gerentes nacionales” pudieran construir un sistema económico innovador con un tejido empresarial disfuncional

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