DECISIONES…

ARCHIVOSDECISIONES...
Por Tania Tasé ()
Berlín.- Nada provoca en mí sentimientos más contradictorios, que esta decisión que tomé hace hoy once años.
No voy a negar el alivio que da estar a salvo de la barbarie que se vive en Cuba, ni la tranquilidad que tengo porque mi familia y yo no tengamos la angustia diaria del hambre.
Mucho menos voy a restarle importancia al hecho de que en Alemania se respeten todos los derechos que tengo simplemente por ser un ser humano. La posibilidad de desarrollar mis capacidades, emplear lo aprendido y trabajar fuerte, tampoco es menos importante y es algo que me hace profundamente feliz.
Pero cuando pienso, (y es la mayor parte del tiempo), que todas esas cosas buenas nos suceden a los cubanos sólo en otras tierras, me da mucha rabia, y un solo grito pugna por salir de mi garganta:
¿POR QUÉ? ¿Por qué hemos permitido que una banda de ladrones nos robe el país?
P.d: lo que viene a continuación lo escribí hace dos años. Siguiendo el consejo de una amiga, ya me he desecho de todo, excepto de los libros. Porque Cuba no se lleva en las suelas de los zapatos ni en un trapo que nos cubra. Ella, nuestra nación, nos persigue y acompaña, nos quita el sueño y nos agobia. Nos llama a recuperarla, aunque nos hagamos los sordos.

En mis zapatos…

Así como así ya han pasado nueve años.
Es 7 de junio de 2013 y estoy en la terminal 3 del aereopuerto José Martí. Junto a mí mis llorosas hijas y mi pequeño nieto, entonces un hermoso bebé de ocho meses. Escucho como a través de un tunel: «mamá, que no se te ocurra volver a este país de mierda». No es un país de mierda, lo hemos cagado, que es otra cosa, respondo sin fuerzas para discutir, mientras juego con mi nieto.
Sólo tenía una pregunta-barrena en la cabeza: cómo voy a vivir sin ustedes? Ellas lloraron mucho. Yo, no: ni una lágrima. Tal vez sea cierto eso de que hay dolores tan fuertes que hasta las lágrimas nos son negadas cuando nos golpean.
Con más miedo que ganas me subo al avión: por experiencias que no viene al caso narrar, le tengo terror a los espacios cerrados. Estar encerrada en una lata volante por más de 10 horas no es exactamente divertido para mí.
Sólo llevaba conmigo un puñado de libros que hasta hoy no sé cómo pasaron el control de la aduana. Y la ropa que llevaba puesta. Nada más, ni siquiera un cell, y por supuesto ni un puto euro.
Hoy no sé exactamente si fue una buena decisión. Quizá nunca lo sepa. Tengo una buena vida aquí. Decente, con mucho trabajo y poco tiempo, pero decente.
Pudiera ser feliz del todo si supiera que a Cuba le va mejor que hace nueve años.
Pudiera, seguramente, ser del todo feliz si supiera que nadie tiene que irse de Cuba sin desearlo.
Sería del todo feliz, si viera que mi pueblo recupera la alegría.
Sería feliz con toda certeza, si ya no hubiera cubanos de afuera y de adentro, carneros y gusanos. Si no estuviéramos todo el tiempo compitiendo unos contra otros, sino trabajando juntos.
Estos zapatos costaron menos de 10 CUC. Los usé sólo para el viaje.
Los guardo celosamente, junto a la ropa que traía puesta y los libros, claro.
No me decido a botarlos.
No me pregunten por qué.
(Berlin, 07.06.2021)

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights