VACÍOS EN LA HISTORIA

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFEVACÍOS EN LA HISTORIA
Por Tania Tasé ()
Berlín.- En 1936 tenía Fulgencio Batista un familiar enfermo de tuberculosis. En esa época la enfermedad campeaba por sus respetos, no sólo en Cuba, sino en muchos otros países.
El lugar conocido como Topes de Collantes, tenía un microclima considerado especialmente beneficioso para pacientes de enfermedades pulmonares.
Batista decide dar todo su apoyo a la construcción de un hospital sanatorio para los tuberculosos. Se construyó y entró en servicio en la década de 1950. Estuvo en funcionamiento hasta 1959, cuando llegó el Coma-andante y mandó a parar.
Algunos youtubers e historiadores, convenientemente cuidadosos y olvidadizos, dicen que a partir de 1961 se convirtió en sede de la escuela para la formación de los mastros Makarenko. O sea, según el modelo soviético, adoctrinamiento de maestros destinados a adoctrinar a las masas.
Hay un vacío lleno de silencio en las fuentes oficiales y en influencers tímidos con respecto a lo sucedido entre 1959 y 1961 con este hospital.
Yo soy una mujer curiosa en grado sumo, a la que le disgustan los vacíos en la historia. Me puse a averiguar y adivinen qué encontré: en esos dos años de los que casi no se habla, el Sanatorio para tuberculosos de Topes de Collantes, fue convertido en cuartel-prisión.
Las salas y cuartos para enfermos se tornaron albergues para milicianos y celdas para «bandidos». Eran los años de la la Limpia del Escambray.
Una Revolución que se jactaba de convertir cuarteles en escuelas, covirrtió este hospital en cárcel.
La primera vez que se me cayó el mito de la Lucha Contra Bandidos, tenía yo 17 años y pasaba seis semanas de escuela al campo en la ciudad cautiva de Sandino, en Pinar del Río. Escuché historias de sus habitantes que eran guajiros que colaboraron con los alzados del Escambray o sus descendientes. Ellos fueron desterrados dentro de Cuba. Exiliados a la fuerza del centro de la isla a su extremo occidental, que nosotros, estudiantes de pre decíamos en broma que era «llegando a México».
No importa cuánto traten de esconder la historia, ella siempre saldrá a flote, mientras haya un cubano que quiera saber la verdad.
Yo he estado desde hace muchos años convencida de que una de las razones más sólidas, para que los dictadores no suelten el poder, es su temor a que la verdad se conozca. Y se la cobremos haciendo justicia.

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