Por Manuel Viera ()
La Habana.- La aduana se contradice: dijo que era libre la importación de medicamentos, que se podrían entrar maletas llenas de alimentos y medicinas, y así fue por más de dos años, en los que entraron fármacos por maletas y se han hecho los de la «vista gorda».
Incluso, el ministro de Salud, José Ángel portal ha hablado de ese asunto públicamente y dijo que se estaba analizando y debatiendo si se permitía o no, pero creo que lo que deberían hacer es permitir legalmente su comercialización y no prohibir el expendio de medicamentos.
Con ello solo conseguirán matar a cubanos. Desde hace mucho tiempo se conoce que esos medicamentos se comercializan, como mismo se comercializan muchas otras cosas que entran por esa aduana.
La mayoría de los cubanos trae en su móvil algún grupo, incluso estados de Whatsapp, donde puede adquirir medicamentos ante una urgencia. Si el Estado no garantiza la existencia de medicamentos, si el Estado no tiene la capacidad de comprar medicamentos para el pueblo, si el Estado no garantiza la vida, ¿entonces por qué la solución tiene que ser prohibir y dejar al pueblo sin medicamentos?
No tendrían que entrar en maletas. Deberían hacerlo por contenedores. Hoy, un privado con capital puede importar cervezas, cigarros o alcohol de cualquier tipo, que hacen daño, pero no puede importar medicamentos para su pueblo.
¿Por qué debemos conformarnos con soportar dolores, perder una muela, o morir ante una farmacia barata sí, pero totalmente desabastecida?
¿Acaso son más importantes los principios de Marx y el seguir apostando a las gratuidades y la medicina fantasma, subsidiada, que no existe más que en papeles y noticieros?
Es hora de dejar de comer tanta mierda. Dispensar medicamentos es una actividad sujeta a requisitos, pero en manos privadas en casi todos los países del mundo y funciona muy bien.
Es hora de legalizar y aprobar los dispensarios de medicamentos en manos privadas, es hora de aprobarlo como actividad y hasta generar impuestos por eso. Para mí siempre tendrá más valor la vida que cualquier afán de control. Para mí siempre tendrá mayor valor la vida que cualquier principio filosófico, que cualquier idiotez ideológica.
¡Es hora de apostar por la vida!
