Por Jesús Rodríguez ()
Miami.- A medida que se deteriora la situación en Cuba, pululan en las redes las críticas e insultos al presidente designado Miguel Díaz-Canel.
Ciertamente, el mandatario cubano es un individuo mediocre, sin valores ni principios y, seguramente, por esas cualidades fuéeescogido por los Castro, para administrar la isla de su propiedad, pero…. ¿es él el culpable de la crisis cubana?
¿Quién destruyó la pujante industria alimentaria en la isla, con sus “reformas agrarias”, las “cooperativas agropecuarias y pesqueras”, los “contingentes” y sus innumerable planes demenciales? ¿Quién construyó el monumental e improductivo latifundio estatal, dueño de cerca del 80 por ciento de las tierras cultivables?
¿Quién inició el abandono del obsoleto sistema electroenergético de la isla y decidió el uso de carburantes de pésima calidad en las mismas?
¿Quién arruinó el fondo habitacional de la isla y condujo al déficit cientos de miles de viviendas?
¿Quién es el reponsable de la crisis del transporte público y el deterioro de las carreteras y vías férreas?
¿Quién destinaba los más importantes recursos disponibles a su aparato represivo y sus imaginaries guerras?
¿Quién abolió en Cuba el orden constitucional, terminó con el Estado de Derecho, suprimió las libertades e impuso una férrea dictadura sustentada en la hegemonía de un solo partido?
Al pan, pan y al vino, vino, como dice un viejo refrán español. Díaz-Canel es un hombre deleznable, pero el máximo responsable de la crisis cubana es alguién mucho peor: Fidel Castro, el “loco endemoniado”, como lo llamó un amigo de juventud.
