Por René Fidel González ()
Santiago de Cuba.- Es seguro que estemos hoy como sociedad e individuos atrapados en un bucle empobrecido, oscuro, prácticamente estancado y decadente de lo que fue nuestro subdesarrollo o extraviados y quizás anclados en algún tramo del agónico y abominable laberinto que resulta un proyecto de emancipación cuando es pervertido desde el poder y finalmente abandonado.
En el descenso a la sima de su decadencia es probable que se interpreten como emancipatorios los destellos que percibimos de novísimas y lejanas formas del subdesarrollo, que incluso, por afinidad a lo absurdo, se les considere como algo ajeno y sobre todo peligroso para los valores y creencias más importantes de la sociedad subdesarrollada.
La cultura política en un bucle del subdesarrollo es siempre una ficción, un espejismo. No es que pretenda impedirnos comprenderlo, su invariable propósito es que otra generación se adentre cada vez más en él sin aprender de la otra.
En este sentido el subdesarrollo pretende la destrucción deliberada de los vínculos de memoria política entre distintas generaciones de ciudadanos.
La condena de cada una de ellas a descubrirse, a intentar comprenderse desesperadamente y al mismo tiempo a suplantar y a excluir a la anterior – a sus luchas, errores, avances y retrocesos – es precisamente el trabajo de construcción del bucle.
El bucle del subdesarrollo no es entonces el canon de lo imposible, lo es de lo estéril inducido.
Imagen: «Sin palabras», obra de Ramón Carrillo Gomez
