Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Mi padre era un eterno dirigente del “Partido Revolucionario Cubano – Auténtico” de Ramón Grau San Marín y de Carlos Prío Socarrás.
Dentro del Autenticismo, su íntimo y mejor amigo fue el primer Ministro Tony Varona, mientras el congresista Virgilio Pérez López visitaba regularmente nuestro hogar.
Con mucho orgullo mi padre era Secretario de la Administración Auténtica de Güines del sobrino Jaime Quintero Gómez.
Durante mi niñez, todo el dinero que entraba, los sueldos y los cheques, provenían del Partido Auténtico.
Y -a diferencia de los estúpidos castristas- jamás mi padre me inculcó a decir que: “¡Todo lo que tengo se lo debo a Carlos PrÍo!”
Al contrario, me permitían disfrutar de mi niñez sin meter en mi infantil cerebro fanatismos políticos de ninguna clase.
Y si algo no me gustaba del “Autenticismo” o de Carlos Prío, lo discutía y lo analizaba con mi padre, y sin temor alguno podía expresarlo en la calle, libremente, sin represalias y sin consecuencia alguna.
En la actualidad, y durante mi niñez, he aceptado de buena gana todas las críticas: “Que PrÍo robó, que se hizo millonario en el poder, que pagó por el Granma” y estoy consciente del millón de errores cometidos por el Presidente Cordial.
Sin embargo, lo que nadie puede decir es: “Mi padre fue fusilado por órdenes de Prío, o nos quitó todas las propiedades, durante el mandato Auténtico miles de compatriotas cumplieron hasta 30 años de prisión, por culpa de Tony Varona hubo millones de desterrados y Grau destruyó a Cuba”…
En otras palabras, de niño no me inculcaron a ser Auténtico. Hoy lo soy porque me da la gana.
