EL OTRO ARTE DE LA FLORIDA MÁS ALLÁ DEL ECLÉCTICO MIAMI

LECTURASEL OTRO ARTE DE LA FLORIDA MÁS ALLÁ DEL ECLÉCTICO MIAMI
Por Carlos Carballido.
Por muchos años me gané la vida pretendiendo ser crítico o realizador de arte.
En Cuba, con aquellos videoartes que algunos colegas (periodistas y editores) lograbamos insertar entre el NTV y la novela gracias al negrito programador a quien agradecíamos con algún CUC o un roncito de área dólar.
Luego, en México, edité la columna cultural de El Imparcial de Oaxaca donde me di gusto con pintores, escultores y músicos locales, algunos tan buenos como Dalí.
Pasan los años y mi vocación de aprendiz de todo y maestro de nada, me dicta que el arte es en sí, la vida misma. Desde que el eslabón perdido de la evolución plasmó sus vivencias en las piedras o quizás mucho antes, el arte es lo más inseparable de la circunstancia que nos rodea como humanos. Luego vendrían los que se robaron el derecho de exhibirlo por el mero hecho de ser especialistas.
Los Floridanos, esos que traspasan las fronteras del Miami Balseril, se apegan a su entorno marítimo y campestre a la hora de producir ese arte que prefiere ser Naif, callejero o sencillamente antiacadémico.
Casas superlujosas y condominios no menos baratos, suelen decorarse con ese arte local salido de las manos de jóvenes estudiantes o personas que han vivido aquí toda su vida. Los adquieren en mercados locales y no en las supergalerias. Algunos tan baratos que puedes llevarte 10 si lo deseas.
Uno se rasca la cabeza mientras se pregunta por qué aquí no vemos un cuadro o una escultura de la gran Academia o de los Grandes Artistas inflados por la mercadotecnia.
Todo el arte, insisto en llamarlo así, que he visto por estos lares llevan implícito un caracol, un trozo de madera arrastrado por el océano, un dibujo arcaico e ingenuo del acantilado al fondo de una casa con vista al mar.
Quizás quien lea esto me corregirá que llamar Arte a la artesanía tosca y pueblerina es un sacrilegio. Tal vez. Pero todo depende del prisma con que se vea.
El mérito aquí es que nadando en millones de dólares, una bella mujer decora su casa con esos elementos simplistas, naturales, autóctonos y sobre todo con una bella humildad a la que es imposible resistirse. Florida, la profunda, lleva en sí esa sencillez del hombre de mar aunque la vida le depare una buena suma bancaria.

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