Por Alina Bárbara López Hernández
Matanzas.- Esta noticia tiene varias lecturas. La primera es el cinismo tremendo que hay que desplegar para solicitar una visa de parole «humanitario» viviendo en las condiciones privilegiadas propias de los familiares de altos dirigentes políticos en Cuba.
La segunda es más inquietante: si esas personas, provenientes de una clase social que no sufre el costo de la dramática crisis nacional, se quieren marchar del país, es que están convencidas de la incapacidad del gobierno para revertirla.
La tercera pone al desnudo la conducta amoral, el doble rasero y el oportunismo de la clase política dirigente; aquella que tantos sacrificios, compromiso y paciencia exige a nuestros hijos, mientras pone a salvo a los suyos.
La última lectura implicaría una pregunta colectiva: ¿qué nos indica un hecho como este?
Y que nadie me diga que el primer ministro lo ignoraba.
