Por Adalixis Almaguer
Cuba no nació en 1959 con el despótico teocrático de Birán. Y aunque lo hayan minimizado en los libros de historia de las Ediciones Revolucionarias, un 20 de Mayo de 1902, mucho antes de la demagogia verde olivo, se hizo República.
El Mayor General Máximo Gómez que estaba presente exclamó: «creo que hemos llegado».
Y en la fortaleza del Castillo de los Tres Reyes del Morro, bajo el retumbar de los cañonazos, el Teniente Coronel del Ejercito Libertador, Rafael Izquierdo Triana, iza la bandera cubana.
Veintiún cañonazos disparados frente al Templete al mediodía -era martes- , y el himno nacional, y la bandera izada, parían la República de Cuba.
Aquella incipiente república contaba con los tres poderes constitucionales: ejecutivo, legislativo y judicial que hemos perdido fusionados en el engendro totalitario actual. Día glorioso que han querido borrar de nuestra memoria.
Cincuenta y siete años después nos quitaron la fiesta nacional conmemorativa que el gobierno del primer presidente Don Tomás Estrada Palma había instituido. Y con esta censura nos quitaron también la identidad.
Desde entonces hemos sido provincia rusa, china, venezolana, de todo eso allende los mares que suple de marfil, drogas, préstamos para no pagar, da igual, pero cada vez menos cubanos, cada vez menos República. Cada vez más estrangulada, cada vez más agarrada por el cuello eso que llamamos libertad.
