DÍAZ-CANEL ARRINCONA LA MESA REDONDA

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFEDÍAZ-CANEL ARRINCONA LA MESA REDONDA

Por Carlos Cabrera Pérez ()

Madrid.- El compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha puesto a la Mesa Redonda a reposar y la ha suplantado por su Aló, presidente; sin arroz y sin sustancia informativa, pero donde ejerce de Juan Palomo: yo lo sazono, cocino, y me lo como.

Un alarde insensato más porque para tener algo que comunicar debe antes tenerse una estrategia política que establezca prioridades y metas, y no esa libre ocurrencia permanente, donde matar el inning es tarea priorizada y mañana ya veremos.

La nueva política de comunicación consiste en apariciones del presidente en formato audiovisual, acompañado por uno o dos ministros-fusibles y -entre ambos o el trío actuante- desgranan a la Cucarachita Martina por capítulos; que podrían llamarse Si yo tuviera una escoba… pues el truco consiste en leer opiniones del pueblo y luego mezclar probabilidades con lamentos.

La Vita Nuova de octiembre está comprada y en camino; si tuviéramos un poquito más de petróleo podríamos bombear el agua hasta Vieja Linda; los apagones -de momento- van a seguir acompañándonos en la construcción del socialismo. Crudo panorama que desgasta al presidente hasta límites insospechables, pero los hijos de los híper liderazgos apenas saben trabajar en equipo y repartir juego.

El presidente está ya mayorcito para saber que las malas noticias deberían darlas el primer ministro o un portavoz gubernamental, en el papel de Ave negra del infortunio y conservar para él la condición de Pájaro lindo de la madrugá, pero este Limonardo caprichoso no hay tarde que no enoje, mojando sus zapaticos carmelitas made in Rolando La Serie (con huequitos y ribetes blancos) en el mal.

Paradójicamente, Marrero Cruz conserva mejor imagen de dirigente que Díaz-Canel y cuando los zapaticos aprietan y las medias dan calor, enseguida la mandancia militar suelta la bola a favor de su empleado favorito, obsequioso con las charreteras, desde sus comienzos en Holguín.

Además del contenido del nuevo espacio presidencial, acompañado por una triste realidad perpetua, falla la ausencia de carisma, la mirada ausente del primer secretario que – prescindiendo de mensajeros pagados como Randy Alonso, Arleen Rodríguez Derivet y demás componedores de batea del pan sin na- carga sobre sus hombros la mala maña de Rogelio Polanco, la UPEC y el equipo de prensa presidencial.

Resulta inconcebible que el gobierno cubano carezca de un portavoz que se parta la cara a cambio de una casa con Nauta y jaba selecta, carrito chino y móvil petrolero; como hizo Fidel Castro cuando formó un equipo de comunicación para librar la batalla por Elián y, viendo que la fórmula funcionó, implantó un F-2 vespertino, que consistía en cruzar a Clavelito y su mítico vaso de agua, con El periódico del aire de Guido García Inclán y con Pello el Afrokán con su ¡Mozambique, eh!

Cuando falla la realidad, la superstición se abre paso; y de los límites se encargaba el espíritu de García Inclán con su grito de guerra de 1970: ¡No hay talco, Fidel, no hay talco! Libertad y azúcar tampoco hubo, pero la virtud del talco es que alcanza a milicianas y contrarrevolucionarios, a pioneros y cosmonautas, a Héroes nacionales del trabajo y a vagos habituales, a jubilados y Plan Jaba, y hasta aquella loca entrañable, conocida por los allegados como Carmita Pachanga, que al ser preguntada cómo le gustaban los huevos, dijo que con talco.

En toda representación castrista debe haber siempre un elemento de guapería que enfrente al imperialismo, a vendepatrias y a los críticos, pero lo que sonaba sublime en Pello, en las bocinas del DOR se convertía en metralla, como aquel pobre cubano empobrecido que -tras el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate- saltó a la cámara para gritar que los cubanos no comemos miedo…

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