8 DE MAYO: ¿FECHA LUCTUOSA O EL MEJOR DÍA DEL AÑO PARA PACHANGUEAR?

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Por Lela Sánchez Echeverría (CubaXCuba)
Formar parte de una familia que ha estado involucrada de alguna manera al destino histórico de la Patria, no resulta fácil de sobrellevar. Te sientes responsable de la veracidad que debe estar presidiendo todo aquello que conoces bien, sea por haber formado parte, o por saber escuchar, desde muy pequeña, las anécdotas de los miembros que te anteceden.
De modo que me siento responsable de intentar transmitir mi experiencia a todo el que esté interesado en ciertos acontecimientos de nuestro pasado histórico que, por diferentes razones, se han escamoteado o distorsionado a lo largo del tiempo. Especialmente en los últimos años. Y hoy le toca al 8 de mayo.
En esa fecha, hace 89 años, murieron en el Morrillo, a la salida de la ciudad de Matanzas, y en combate desigual contra las fuerzas del ejército que comandaba Fulgencio Batista, dos destacados revolucionarios: Antonio Guiteras Holmes, jefe de la organización Joven Cuba, y uno de sus miembros destacados, el venezolano Carlos Aponte.
Guiteras había salido de casa de mi abuela, Luz Acosta del Pino, en la habanera calle Calzada, hacia su destino fatal. Allí había permanecido por más de ocho meses, escondido de la persecución a la que estaba sometido por las fuerzas del gobierno. Su caída fue resultado de la delación de un individuo en quien evidentemente confiaba. Al delator, Carmelo González, le pasaron la cuenta poco tiempo después miembros de Joven Cuba, que lograron enviarle por correo un paquete-bomba.
Pero, ¿quién era Guiteras y cuál era su historia?
Se graduó en la Universidad de la Habana, en la carrera de Farmacia y, desde la época de Machado, usó su profesión para luchar contra la dictadura, pasando en las provincias orientales por representante de medicamentos para su venta y consumo.
A la caída de Machado, luego del breve gobierno conocido como la Pentarquía, y aprobado Ramón Grau San Martín como presidente provisional, Guiteras fue nombrado secretario (ministro) de Gobernación dentro del llamado Gobierno de los Cien Días. Numerosas leyes aprobadas en ese corto período se debieron justamente a su autoría, aunque, por justicia histórica debe decirse, fueron firmadas también por Grau. De no ser así, jamás se hubieran puesto en vigor.
Si importante resultan estos hechos, también lo son los que relato a continuación.
El primer dirigente estudiantil de nuestra historia republicana había sido Julio Antonio Mella, que desde sus orígenes fuera miembro del Partido Comunista. Sin embargo, a fines de los años veinte, luego de su huelga de hambre, se le expulsó de esa organización por su carácter independiente y poco dado a aceptar como buenas y sin discutirlas las orientaciones del partido. Las actas de su expulsión fueron a parar a la entonces URSS y regresaron a Cuba en los años ochenta. Desde entonces duermen entre los papeles clasificados en los archivos históricos del Instituto de Historia de Cuba, a los cuales no pueden acceder los investigadores.
Como Mella se vio obligado a exiliarse en México, solicitó de nuevo la militancia en el Partido Comunista de aquel país donde, a pesar de algunos criterios negativos que dieron sobre él sus antiguos compañeros, fue admitido. El 10 de enero de 1929 lo asesinaron en las calles de la capital azteca, mientras caminaba junto a Tina Modoti, su compañera de entonces y camarada del partido.
Antonio Guiteras fungió como secretario de Gobernación en el período comprendido entre septiembre de 1933 y el 15 de enero de 1934. Coincidieron sus funciones justamente durante los meses en que el Partido Comunista preparó un acto de masas para recibir las cenizas del expulsado, o sea, de Mella. Tal vez habían reconsiderado su decisión y querían devolverle el carnet. Todo es posible en este nuestro país tropical.
Pues bien, los dirigentes del partido fueron a ver a Guiteras a Gobernación con la intención de solicitar su autorización para el acto de calle que pretendían realizar en homenaje al revolucionario caído hacía varios años en Ciudad de México. Tony, como era conocido Guiteras, se negó, argumentando que él no tenía el control de las fuerzas armadas, las cuales estaban bajo el mando de Fulgencio Batista, coronel por entonces, surgido de un movimiento de sargentos en el ejército ocurrido el 4 de septiembre del 33. Les explicó que no podía responsabilizarse con lo que sucediera en un caso como ese, pero los dirigentes insistieron en un momento en que Guiteras no estaba en su despacho.
Existen dos versiones de quién fue el que realmente dio la autorización, desconociendo la negativa anterior y las razones expuestas por el ministro. La que escuché en casa desde niña es que la había dado un compañero que fungía entonces como subsecretario de Gobernación. A esa versión me ajusto ahora, aunque reconozco que también se ha mencionado a otra persona.
El resultado lo conoce la historia del país: el acto fue ametrallado por el ejército, con varios heridos y hasta un niño fallecido.
Y los comunistas de entonces, y desde entonces, han culpado a Tony Guiteras de esos acontecimientos. Hicieron incluso publicaciones en las que este aparecía con las manos cubiertas de sangre. No obstante, lograron la necesaria propaganda que buscaban con ese acto. Sin embargo, cosas insólitas de la historia de esos tiempos: en el año 38 los comunistas fueron capaces de aliarse con Batista, principal responsable de la represión del acto, y a partir de entonces fue su cómplice. Lo cierto es que crearon, autorizados por el militar que regía desde atrás del telón los destinos de Cuba, apoyado por los norteamericanos, la organización sindical que ellos lideraron, y en 1940 apoyaron la candidatura de Batista a presidente y formaron parte de su gobierno (1940-1944), con dos ministerios sin cartera.
Y Antonio Guiteras Holmes había pasado a la historia como un ser sin mayor importancia.
Después de 1959, con mayor razón, persistió el relativo olvido de su figura. Hasta que el Che Guevara lo sacó de la oscuridad cuando fue nacionalizada la Compañía de Electricidad. Entonces lo presentó con una buena información de lo que había sido capaz de hacer tantos años antes y en tan adverso contexto, a favor de la soberanía, de las condiciones laborales de los trabajadores y del control de la economía del país, supeditada en buena medida a inversores extranjeros, entre otras muchas leyes aprobadas por el gobierno de los Cien Días.
Más adelante, en 1973, José A. Tabares escribió un excelente libro sobre Guiteras que abrió el camino a otras publicaciones que han abordado su figura y papel en la corta historia de la Cuba republicana. Pero, en sentido general, poco se conoce en el país de esa parte del acontecer histórico. La república prácticamente no existe, a pesar de que sin ella aún seríamos colonia de España o Estado Libre Asociado de los norteamericanos.
Desde entonces, cada 8 de mayo he sentido que falta información y existe muy poco reconocimiento oficial y de «los medios» a una figura tan importante. Aunque en realidad, el momento más significativo en el irrespeto y ninguneo a la memoria de Guiteras ocurrió cuando hace dos o tres años se tomó la decisión, por el Ministerio de Cultura, de nombrar esta fecha luctuosa —¡precisamente esa!— como Día nacional de homenaje al son cubano.
Y no se trata de que nuestro son carezca de importancia para la cultura nacional, para la música cubana. Muy merecido sería el homenaje si no hubieran escogido precisamente este día de entre los 365 que tiene el año.
El resultado es elemental. Lo refleja el título de este trabajo.
El 8 de mayo ya ni siquiera es significativo por el aniversario de la muerte de Antonio Guiteras Holmes. Es el día en el que el son cubano nos invita a pachanguear. Con determinaciones como esas se nos invita asimismo a olvidar a una figura cuyo programa político conserva tanta pertinencia.
Que viva el Son.

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