Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Mi madre siempre me pareció una mujer contenta de estar casada con mi padre, sin embargo, me parece que hubiera estado mucho más feliz siendo la esposa del dueño de la fábrica de Vicks Vaporup.
Mi mamá adoraba el Vicks. Un día le pregunté a mi hermano: “Carlos Enrique, ¿cuál tú crees que sea el mejor descubrimiento de la medicina moderna?” Y me respondió: “Los antibióticos y las vacunas contra la poliomelitis”…
Desde la cocina, Ana María escuchó nuestra conversación y gritó: “Qué va, el mejor remedio inventado por el hombre es el Vicks Vaporub”…
En mi hogar, el Vicks era bueno para todo, podía faltar todo menos el Vicks en las manos de mi madre.
Todos los médicos de Güines al ser llamados para venir a mi casa ya sabían de antemano -desde que estaban a media cuadra- que al entrar por mi puerta serían recibidos por un tremendo aroma a Vicks.
Primordialmente era para mis constantes catarros, pero en realidad era utilizado para todo, para untarlo en la frente para un dolor de cabeza, dentro de mi nariz, dentro de mis oídos, y hasta sobarme el estómago ante una indigestión.
Recuerdo que el doctor Emilio Trujillo un día diagnosticó: “Ana, el niño tiene los ganglios muy inflamados” y tuve que ir una semana al colegio con el cuello embadurnado de Vicks.
Me partí un brazo y me quejaba de la picazón que sentía bajo el yeso, y por ahí pa’dentro mami metió medio pomo de Vicks.
Lo peor fue una vez que me sentía súper bien, no estaba enfermo de nada, pero la vecina le dijo a mami que “ponerse Vicks en las plantas de los pies prevenía para no coger gripes”. Y me pasé casi un año con tremenda peste a Vicks en los pies…
Y no crean que esta es una crítica contra mi madre. Yo creo firmemente que el Vicks es un remedio santo, y en el Hospital de Veteranos ya les he enseñado a médicos y enfermeras el valor curativo del Vicks Vaporubs…Vaya, de mi madre lo aprendí.
