DE BARES, POLÍTICA Y LOS CUERVOS DE POE

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Por Renay Chinea ()
Barcelona.- Estaba viendo la enésima versión del drama de Edgar Allan Poe “The Fall of the House of Usher” por Netflix. En la escena de despedida del año 1979, los hermanos Roderick y Madeline van a un bar en Nueva York, y ella dice mientras se toma un Whiskey: “Ojalá gane Reagan, sería muy bueno para los negocios”. Y la Bartender, les recuerda que en ese bar no se puede hablar de política.
Me llamó la atención porque aquí, en España, el mundo se arregla al derecho y al revés cada día en el bar.! La barra de un bar, que sea en España, y del mar el mero y de la tierra el cordero.
Una de las desgracias del país, es que todos los politincuentes se han puesto el bar en el Congreso, a precios “subvencionados”, palabreja que se inventaron para no decir que se los pagamos nosotros, y de paso no bajar a los bares de calle a enterarse cómo va el mundo.
En lo oscuro de la noche comunista, nadie esperaba que el monigote del empleado, fuese eficiente. La eficiencia es la primera víctima del prensado hacia abajo y en caliente, del rojo vivo, del comunismo.
Cuando ves al pobre diablo que te maltira la mala cara de un servicio, sientes que la noble criatura, carece de derechos. Y recuerdas aquellos libros de Orwell que leíste escondido en las hambrunas de La Habana del 92. La de los cerdos, el caballo, las ovejas… y el ciclón Flora.
Un empleado, bajo el comunismo, es visto como el caballo que carga el carretón malhumorado, y hasta se caga en la calle y uno hace la vista gorda. ¿Pero aquí?. Nuestros politincuentes van volando, en nuestro nombre y a cargo de nuestros bolsillos sobre una copiosa alfombra mágica de euros.
Y hablando de bares, recuerdo el Molligan’s. Un Pub irlandés por Cornavin, en Ginebra, donde me pedí mi primera Guinness. Y en Sevilla, fui a parar al mercado, al lado del Guadalquivir… Me acerqué al Barman y le dije:
—¡Póngame una Cruzcampo…!
—¿Una namá? —me respondió el tipo.
—Una… ¡detrás de la otra! —le dije en reposta. Y se echó a reír. Suele producirse en Sevilla ese extraño garbo. Quien no fue a Sevilla no ha visto maravilla. Dicen… y sostiene JM… a orillas del Guadalquivir.
Dicen que Pedro El Grande, el Zar Ruso, se fue a los astilleros holandeses a aprender cómo se hacía grande la flota de una nación —y la Nación— y que luego se disfrazaba de Mujik y salía a escuchar de qué hablaba la gente en Rusia. Que siendo en Rusia, supongo que más de uno haya acabado con la corbata apretada, colgando de las soleras de las horcas del zar. Que aunque lo vistan de seda, el ruso, ruso se queda.
Hace poco, después de haber desmenuzado la política y el sexo nacional, unos clientes amigos de Barcelona llegaron a una conclusión.
Llama la atención que España es el símbolo de los tiempos. El Zeitgaist… y que el lenguaje, es el último reducto de lo que se va perdiendo. Hechos los chistes y chanzas de rigor, porque follar es la palabra que más se usa en la península, porque es el hecho menos consumadose pasó a la política:
— A ver, cubano… ¿tú crees que este Pedro Sánchez no es un cerdo?
—Bueno, les pongo la cuenta y después opino.
—Bah… no digas nada… ¡ya sabemos que la política es una mierda!
—Pues no… -les dije-: Fíjense bien: Alemania fue dividida en dos… y la gente escapaba de un lado al otro. Paso en Corea y en La Habana, donde el muro tiene 90 millas. Y la gente siempre arriesga su vida para irse del mismo lado hacia el mismo lado: del de la Esclavitud hacia la Libertad. Y se quedaron pensando mientras pagaban la cuenta.
—¡Tómese Uste un Yintoni!—me dice Jota Eme, circunspecto.
—¿Y quién es ese Jota Eme? Si se puede saber. —Le digo mientras me doy la vuelta para ponernos frente a frente. Y me lo encuentro, con toda la parafernalia posible con el dedo hacia arriba, señalando un letrero sobre mi cabeza:
-¡JM el mejó Yintoni de Sevilla…!
La gente debe ir más a los bares. Hay hasta cerveza sin gluten y Martini sin alcohol. Y suele aletear, ese Cuervo oscuro, que salto de Poe, y se posó con tres ojos que todo lo veían en el Trono de Juego de Tronos.
Seduce la idea de que entre los pájaros de Hitckock, volaban los muchos cuervos de Poe. Ese animal que suele ver, entre las brumas del alcohol, las grandes verdades de los hombres. Esas que en rutinarias circunstancias, tapan y desdeñan… ¡for ever ever more..!

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