Por Esteban Fernández Roig
Miami.- 1967. Durante varios meses, Armandito Díaz Baldoquín me estaba embullando a publicar algo en “América Libre” o en “La Prensa de Los Ángeles. Nelson Better también me instaba a escribir.
Redacté en una libreta un largo comentario, lo doblé, se lo llevamos al director de “América Libre” llamado Daniel San Román, le entregué mi número de teléfono y nunca me llamó.
Escribí de nuevo. Se lo di a leer a Armandito Díaz Baldoquín, y este me dijo “Vamos a llevárselo a papá”.
Su padre, don Armando, era un periodista de verdad. Se hizo muy famoso al intentar salvarle la vida a Rafael Trejo el 30 de septiembre de 1930. Y le dio el visto bueno a mis líneas.
Armandito y yo las llevamos a “La Prensa”; el director Renán Romero no estaba, se las dimos a leer a la secretaria Esther Dotrés, ella se sonrió y me dijo: “Muchacho, está muy bueno lo que escribiste, se lo voy a leer a Renán”…
Me olvidé del tema hasta que me encontré en la Sunset Boulevard a la salida del Madrid Restaurante con Armandito y contentísimo me dijo: “Te lo dije que tienes madera de escritor, La Prensa publicó tu escrito”…
Y ese halago me embulló, me compré una maquinita de escribir Royal y redacté otro mamotreto.
Me monté en mi cacharro y fui a la avenida Van Ness, a la Prensa de Los Ángeles. Me presenté ante Renán Romero y le dije simplemente: “Señor director, aquí tiene mi segundo escrito”…
Me dijo: “Y ¿tú quién eres?” Le respondí: “Yo soy Estebita, amigo de Luis Beato, de Esther Dotrés, de Nelson Better y de Armando Díaz Baldoquin”…
Renán apabullado con tanta información solo atinó a preguntarme: “¿Díaz Baldoquín el padre o el hijo?” Y le dije: “De los dos”…
Añadió: “Te lo voy a publicar y tráeme otro más, solo publicaré tres escritos tuyos”. “Okay” le dije.
Y ya he redactado 3,211 artículos.
