EL ARTE DE LOS NOMBRES RIDÍCULOS

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Por Jorge Bacallao Guerra ()
La Habana.- Cada vez escucho más frecuentemente la frase: «En este sistema no funciona nada. Nada sirve». La gente es muy exagerada, porque si solamente se sentaran un rato a pensar en cosas que funcionen, algo aparecería. Ahora mismo, por ejemplo, me viene a la cabeza el poder pagar los sellos con Transfermóvil. Pienso un poco más, a ver, a ver: las multas, también con Transfermóvil. Hay muchas cosas que funcionaron en su día y ya no lo hacen, y otras que en 65 años jamás han estado cerca de funcionar. La higiene de los baños públicos, por ejemplo.
Algo en lo que la sociedad cubana, a lo largo del proceso revolucionario, ha sido francamente desastrosa, es en nombrar. A la cabeza de los nombres ridículos tenemos a la empresa estatal socialista, que en materia de nombres es peor que en eficiencia, lo que es mucho decir. Pareciera que todos los nombres los ha puesto una misma persona, con la imaginación de un adoquín de La Habana Vieja. Empresa Cubana del Pan: EMPAN. Empresa Nacional de Frigoríficos: ENFRIGO. Empresa Productora de Materiales Varios Para la Enseñanza: EMPROMAVE.
Hay otros casos ligeramente diferentes pero igual de horribles, como ACINOX, que parece una indicación de cómo no hacer las cosas: Así nox. Y CEPIL, una empresa que trabaja el plástico y fabrica… no, espere. Adivine usted. ¿Ya? Efectivamente, cepillos.
Un caso aparte son los círculos infantiles, entre los que podemos destacar a Futuros Cosmonautas, con ambicioso nombre. Teniendo en cuenta el estado actual del programa espacial cubano, podemos decir que no ha sido de los más cumplidores con su denominación. En el caso de Pequeños Lenin, no creo yo que los infantes que hayan pasado por ahí lleguen a entender nunca qué cosa es la concordancia.
Retoños Internacionalistas, con redoble de tambores. Ahí pasé yo dos años, en mi Lawton natal. Aprendí a abrocharme los zapatos y comí plastilina por primera vez. Maravillosos recuerdos. Ahora que analizo desde la distancia, llamándose como se llama, yo hubiera esperado viajar más. Pequeños Microbrigadistas: hay dos círculos en Cuba que se llaman así. No me saco de la cabeza a niños y niñas con casco y preparando mezcla. Ricitos de Oro, que sugiere tres camas por niño, sopa de almuerzo y osos de peluche. Los Pequeñitos Fundidores: aquí, simplemente compadezco a las auxiliares pedagógicas.
Miles de cubanos pueden decirte que han estudiado en escuelas de nombre Tercer Congreso, o 30 Aniversario, sin saber el congreso de qué entidad o el aniversario de qué suceso. La socorrida manera de formar nombres cortos para evitar un nombre no tan largo, ha arrojado joyas como MINCIN o MINJUS, palabras tan feas que difícilmente justifiquen esta rara forma de ahorrar letras. Hace tiempo me dijeron, y tal vez no sea cierto pero lo cuento porque plausible sí es, y además, las historias no tienen que ser verdad mientras estén buenas, que una vez alguien propuso, sin reflexionar mucho, darle un nombre corto a la revista Revolución y Cultura, tomando un poco de cada palabra. Cuando se toparon con Revoltura se decidió desechar la idea.
Probablemente esta manera de nombrar la hayamos heredado de los rusos, y debe estar emparentada con el lenguaje para dirigente y reuniones, que lleva dos cucharadas de consignas, media taza de triunfalismo vacío, varias dosis de bloqueo, una pizca de denominación específica de etapas o procesos como Período Especial, Batalla de Ideas, Reordenamiento, y al gusto, utilización de verbos que no existen, como profilactar, o que sí existen pero son más feos que la parte trasera de un refrigerador, como aperturar.
El uso a la bartola de la palabra «compañero» ha terminado por echarla a perder. Casi todo cubano conoce un tipo de lenguaje que parece respetuoso y formal: «así está establecido», «orientaciones del organismo superior», pero que ya es de toda la vida el lenguaje de la desidia, la antiempatía y la ineficiencia. Hemos sido francamente malos con los nombres, pero todavía hay esperanza. Tenemos que enfocarnos en hacer más con menos, mirar al enemigo a la cara y mostrarle la Sonrisa de la Victoria, que por cierto, también es un círculo infantil.

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