Por Jorge Sotero ()
La Habana.- En su edición de ayer, el diario Granma le preguntaba a los lectores si conocían las causas por las cuales había déficit de generación eléctrica en Cuba. Ese era el titular y, luego, con la verborrea típica, daba sus argumentos, que no son nuevos ni la cabeza de un guanajo, como decía el viejo Zenón Sotero, mi abuelo.
El artículo, sin firma, algo que cada vez es más habitual en el libelo del Partido Comunista, explica que hay «cinco unidades de centrales termoeléctricas y el emplazamiento de motores fuel oil de Mariel fuera del sistema» y que eso ha «propiciado que durante estos días haya afectaciones en el servicio eléctrico, por capacidad de generación».
De las unidades que no están en funcionamiento, según el rotativo, dos están paradas por averías: «la tres de la central termoeléctrica (CTE) Ernesto Guevara, de Santa Cruz del Norte, y la cinco de la CTE Diez de Octubre, de Nuevitas, y a esta condición se suman los motores fuel oil, de Mariel».
Las otras tres cumplen con su período normal de mantenimiento, una de ellas perteneciente a la termoeléctrica del Mariel, que, según Lázaro Guerra Hernández, director técnico de la Unión Eléctrica, comenzará las pruebas para volver a generar en las próximas semanas.
Granma no dice nada de problemas con el combustible. Eso quiere decir que en unos días se resolverán los problemas con los apagones. Basta con el retorno a la normalidad de todas esas plantas que ahora mismo están paradas. Claro, no se puede romper la Antonio Guiteras, que pasa más tiempo en reparaciones que generando energía, como todas las cosas en Cuba.
A mí, la nota de Granma me parece un pedido de la dirección a los redactores para terminar de llenar una página. Ese es el gran problema que tienen aún los periódicos en papel, que cuesta llenar espacios, mientras los digitales manejan eso con una facilidad tremenda. A El Vigía de Cuba no le pasará eso jamás, sobre todo porque nunca le preguntaremos a los lectores lo que ellos saben.
Eso sí, para decir verdad, los apagones no se producen por esas causas que enumera Granma. Esas faltas de corriente están programadas. Y nos tocan a nosotros, los de abajo, porque a los de arriba, no se les va la electricidad. Alguno se ha enterado alguna vez de que en Punto Cero, en La Rinconada, o donde viven el Hombre de la Limonada o el obeso de Manuel Marrero se haya ido la corriente.
Les voy a contar una historia: hace unos años, algunos ya. Más de 10. Un huracán azotó La Habana. Juro que no recuerdo el nombre de los huracanes, porque forman parte de esas cosas que uno prefiere olvidar. No le dio de lleno a la capital. Fue solo un ramalazo, pero recogí a mi esposa, mis dos hijas y mi suegra, y nos fuimos para la casa de un amigo que vive en la calle que desemboca frente al zoológico viejo, el de la avenida 26.
Unos amigos que vivían en aquel lugar estaban para el extranjero y nos dijeron que siempre que hubiera algún problema, que fuéramos para su casa. Allí pasamos las rachas de viento, que tumbaron algunos árboles, algunos postes eléctricos, y no había electricidad.
La mañana siguiente no hubo corriente. Unas brigadas de la capital y otras que mandaron desde Ciego de Ávila, Sancti Spíritus y otras provincias, comenzaron a levantar postes y a intentar poner la corriente. A la zona donde estábamos refugiados llegaron enseguida, pero cuando pensamos que nos pondrían la electricidad, el jefe de uno de los carros nos dijo: «no, venimos a priorizar al señor de al lado, que ha llamado a las 11 mil vírgenes hoy, y ha amenazado y todo».
El señor de al lado era el entonces presidente del Comité Olímpico Cubano, José Ramón Fernández Álvarez, más conocido como El Gallego Fernández. A él se la pusieron enseguida. Nosotros tuvimos que esperar un día y medio más.
La corriente, periodistas de Granma, se les va a los infelices de provincia, en los circuitos donde no viven los grandes dirigentes. Y cuando la quitan donde viven los secretarios del Partido Comunista, los gobernadores y los escasos generales que quedan en el interior, tienen plantas y combustible suficientes a su disposición para generar la que necesitan.
Los apagones son patrimonio de los pobres, de los millones de liborios que no tienen tampoco alimentos, ni casas, ni medicinas, ni aseo o ropa que ponerse.
Esas preguntas tontas que ustedes se hacen, se las pueden ahorrar. Poco a poco vamos abriendo los ojos, y nos damos cuenta de que nos mienten, que todo el entramado castrista está diseñado para manipular y engañar. No hay más que decir ni nada que explicar.
