EL «ACCIONAR ÉTICO» DE LOS REPRESORES

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Por Jorge Fernández Era
La Habana.- Ayer recibí la llamada de un amigo de mi hijo. Me informó que Eduardito fue trasladado el sábado 23 a la prisión conocida por Ho Chi Minh, en Bainoa, Jaruco, provincia Mayabeque.
Me dirigí a la Oficina de Atención a la Población de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios del Minint. Allí se me explicó que no mediaba indisciplina alguna para tal decisión, que es un traslado de rutina con el único objetivo de «liberar capacidades». Los oficiales que me atendieron son los mismos que aceptaron hace algunas semanas que la separación en diciembre de su labor fuera del campamento respondía a órdenes de la Seguridad del Estado, no a la «baja demanda de fuerza de trabajo» que habían esgrimido ante mi reclamo; que sobre el DSE —que «regula operativamente» a mi hijo porque soy su padre— no tienen jurisdicción alguna, es decir, que sus abnegados combatientes pueden hacer y deshacer en las prisiones con total impunidad, no importa si violan la ley y proceden con absoluto desparpajo.
La escandalosa complicidad de la DEP se suma al actuar de los «combatientes del silencio». Ante mi aseveración de que tal proceder responde a los chantajes hechos desde noviembre por los agentes de la Seguridad del Estado en cuanto a que si no dejaba de escribir en las redes Eduardito perdería los beneficios que por buena conducta ganó, y de que el traslado respondía al pérfido propósito de alejarlo de mí, la respuesta fue antológica: «Usted sigue siendo su padre. Nadie puede alejarlo de su hijo. Irá a verlo de todas formas, no importa si lo lleváramos a una prisión en Santiago».
No me toma por sorpresa lo sucedido con mi hijo. Desde hace tiempo vengo alertando sobre los vergonzosos métodos utilizados para aplacar la voz de los que como Alina Bárbara y yo defendemos nuestro derecho a disentir de las políticas oficiales, que cada día pierden más credibilidad a pesar de (y gracias a) la coacción a la honestidad de pensamiento de unos pocos que tenemos la dignidad de huir de la doble moral y plantear nuestras verdades de frente. Son conocidos los procedimientos utilizados contra nosotros, Alina acaba de denunciar uno de ellos. No solo se coarta la posibilidad de abrirnos un espacio para el intercambio de ideas, sino que la emprenden contra el disenso utilizando métodos puramente fascistas. Nos inventan causas judiciales porque desde la cobardía no tienen cómo enfrentarse a la pluralidad que dicen defender.
Le pregunto a los que aún creen y defienden la «pureza de los principios revolucionarios» si reprimir extrajudicialmente a mis familiares por «delitos» cometidos por Jorge Fernández Era tiene que ver con los ideales que enarbolan a voz en cuello los gobernantes y se encargan ellos solitos de echar por tierra. He seguido disciplinadamente los caminos legales que se supone me amparan constitucionalmente, y solo el silencio he recibido por respuesta. Ahí están las cartas dirigidas al Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, al Ministerio de Cultura, a la Uneac y a la Upec desde julio y agosto de 2023. No han tenido siquiera la decencia de citarme para ponerme en mi lugar por mis manifestaciones pacíficas o aludir alguna justificación al acoso que desde enero del pasado año sufro por parte del aparato represivo del que forman parte. El próximo jueves 28 se cumplirán tres meses de la reclamación que presenté a la Fiscalía General del Minint; aún no he recibido respuesta, no obstante alertarlos del peligro que se cernía sobre la integridad física y síquica de mis familiares más allegados.
Cuba«debate», en ocasión del aniversario 65 de la Seguridad del Estado, alega que «las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones han sido neutralizadas por la acción conjunta de nuestro Partido, organizaciones de masas e instituciones de defensa, seguridad y orden interior, que con su accionar ético y su ecuanimidad han contribuido a fortalecer el espíritu patriótico y la unidad de nuestro pueblo trabajador, revolucionario y antimperialista».
Gracias a las «nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones» que el sitio «por la verdad y las ideas» ayuda a neutralizar, Alina, yo y tantos otros tenemos espacio para plantar cara a la mentira y a la desinformación sin escondernos, muy lejos del temor a asumir las consecuencias, a contrapelo de los perfiles falsos del «activismo revolucionario» en las redes, como ese «Guerrero Cubano» tantas veces citado y aupado por una Premio Nacional de Periodismo. La «acción conjunta» incluye falaces campañas para el descrédito y la judicialización de la palabra. El «accionar ético» está por verse mientras siga sucediendo lo que no nos cansaremos de denunciar, y que con mi hijo ostenta uno de sus capítulos más «gloriosos».
No lograrán callarnos. Lo reitero hoy, mientras los Yordan, los Manuel y los Kenia, desde la ignominia, celebran su día.

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