¿ME PUEDES REGALAR 50 PESOS?

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Por Oscar Durán

La Habana.-  No tengo fotos de él, pero una hora antes de cruzármelo, el gordito de pañoleta roja estaba en el aula revisando el celular cuando su maestra Carolina le dijo: “Yurixander, ¿qué significa para ti Fidel Castro?” El niño, con una mirada perdida, exclamó: “Lo más grande de la vida. Su legado está presente hoy más que nunca”.

Ese día, Yurixander fue sin desayunar a la escuela. En la madrugada no pudo dormir porque la luz llegó a las 4:30. Su madre, antes de irse para el trabajo, le acomodó la pañoleta y le balbuceó al oído: “a todo el que veas, pídele dinero”.

No sé por qué fui a parar a la escuela de Yurixander. Creo que me llamó mucho la atención ver, desde la ventana de su aula, ese niño solo, alejado de los demás, mientras la maestra daba una clase de Historia. Tenía un semblante amarillo, como si tuviera hepatitis. Sabrá Dios cuánto tiempo lleva ese infeliz sin probar un bocado de comida caliente. Me toqué los bolsillos y solo traía cinco pesos. ¿Qué puedo comprar con ese dinero en la Cuba de hoy? 

A veces uno mismo se da terapia y dice para sus adentros: no cojas más lucha porque te vuelves loco con tantos problemas a diarios. Sin embargo, también nos preguntamos: ¿no duele ver un niño con el semblante amarillo, tirado en lo último del aula, con el estómago vacío y su mirada perdida?

Mientras los dirigentes de la dictadura culpan a Estados Unidos de la debacle del país, nosotros los cubanos sabemos  por qué estamos como estamos. De hecho, Yurixander, con 10 añitos, se lo dejó claro a su maestra, pero nadie lo supo entender. “El legado de Fidel está más presente que nunca”.

La precariedad en la isla se expande como el marabú y los más pequeños también forman parte de ese núcleo. Es por eso que ahora mismo, una hora después de verlo tirado en lo último del aula, Yurixander coge su mochila, sale del aula en dirección a su casa y, a cada persona que ve, le dice sin reparo: ¿me puedes regalar 50 pesos? 

Critícalo si quieres, o culpa a los padres por mandarlo a pedir dinero. Estás en todo el derecho a opinar lo que te venga en gana. Pero sí te digo algo, aquí a lo cortico: ponte en el pellejo de esos infelices, mira cómo viven y las necesidades que tienen por culpa de unos sinvergüenzas que andan a sus anchas, vacilando a costilla de todo un pueblo.

A mis hijos no les permito pedir dinero, por más dura que esté la jugada, pero tampoco miro con malos ojos a un niño que viene para arriba de ti, casi desmayándose y te dice: ¿me puedes relajar 50 pesos?

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