Por Pucho Oroza ()
Varadero.- La historia de Varadero va más allá de turismo, hoteles, sol y playa. En la península con la playa más hermosa del mundo, también hubo presencia mambisa, incluso mártires en la llamada Guerra Necesaria.
Corría el año 1896, ya se combatía en los campos cubanos en la Guerra Necesaria gestada por Martí, y el 17 de marzo, la expedición del Three Friends, zarpa de Jacksonville, Florida, comandada por Enrique Collazo, trayendo a jóvenes y veteranos de la Guerra de los 10 Años con ayuda y pertrechos para la contienda.
Una vez, cerca de las costas, un barco enemigo divisa el desembarco y el Three Friends tiene que huir mar afuera, dejando a los expedicionarios en tres botes en el mar. En la noche, la expedición desembarca, por error del práctico, a la altura de las calles 44 y 47, muy cerca del Fortín Militar de la calle 43.
Cuando están descargando los 500 fusiles, 400.000 cartuchos, 2.000 libras de explosivo, ropas, medicinas y otros pertrechos, como 75 revólveres, 300 machetes, son sorprendidos por una patrulla de españoles que custodiaban el fuerte de la calle 43, enterrando el armamento en el arenal y saliendo en busca de ayuda.
Collazo y sus compañeros, recibidos, muy pronto, por las fuerzas del general José Lacret, son ayudados en Varadero por vecinos como Caridad García, que les brinda comida, y quien guarda durante años la bandera del contingente insurrecto del Three Friends.
El 20 de marzo, los refuerzos de Cárdenas llegan y van en busca del arsenal enterrado. Los españoles están en el lugar desenterrando las armas y los mambises los sorprenden, entablándose un combate, donde es herido el soldado del ejército mambí Basilio Alfonso, quien es llevado por los militares españoles a Cárdenas como trofeo de guerra, falleciendo ese mismo día.
Por suerte, la expedición puede suministrar varias decenas de Remington 44, revólveres y muchísimos tiros a los generales José María Aguirre y Antonio Maceo, el Titán de Bronce, una ayuda vital para la contienda. En la calle 47, frente al ahora Rápido Gastronómico, está el Parque de los Mártires, donde una tarja perpetúa el hecho para la posteridad.
