Por Irán Capote
Pinar del Río.- Pintamos la casa de blanco. Tengo pintura en todas partes de mi cuerpo. La espátula la usé para mi y no para raspar las paredes antes de pintarlas.
Ha sido un día laborioso, en familia.
Y el motivo ha sido un regalo.
En mi biblioteca hay una foto de mis abuelos cuando jóvenes junto a mi madre y mi tío, cuando apenas tenían cinco y seis años. Es una foto pequeña, apenas unos veinte centímetros, que siempre va conmigo a todas partes.
Hoy hemos colgado en el comedor de la casa de mis abuelos una réplica ampliada de la foto original.
Sobre las paredes blancas recién pintadas, la hemos colocado a la vista de todos.
La foto es un homenaje a aquellos inicios de mi familia, cuando mis abuelos tuvieron a sus dos primeros hijos mientras construían la casa, esta misma casa, que duró años en su culminación.
Es la imágen más nítida de la permanencia.
Hace unos días, conté el sueño de hacer de esta foto una ampliación restaurada. Y con todo el profesionalismo del mundo, con todo el amor del mundo, con ese sentimiento de familiaridad, otra familia que quiero como a la mía, me hizo la deferencia de tal regalo.
Eternamente agradecido por tan importante acto de amor a Mario Luis , Jorge Luis Junco y Hany Pérez Bruno quienes digitalizaron, restauraron e imprimieron la imagen en Impresiónate y me regalaron este motivo feliz con mi familia.
Por descuido, olvidé filmar el momento en que mi abuela descubrió la imagen colgada en la pared. Y también el momento que mi abuelo decía: «súbela, súbela», mientras mi madre explicaba que no podíamos hacer otro hueco en la pared. Y mi abuelo le corregía: «Yo digo subirla a internet»
