SEGURIDAD DEL ESTRADO

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Por Jorge Fernández Era ()
La Habana.- —Me dieron ese teléfono. Me han dicho que ustedes cobran muy caro.
—Le dijeron bien, pero la información es sesgada. Los servicios que brindamos son de alto nivel, es decir, están a tono con las políticas de los altos niveles de dirección gubernamental.
—¿Podría explicarse mejor?
—Somos la mipyme estatal «Seguridad del Estrado». Brindamos aseguramiento logístico a concentraciones, celebraciones, congresos, asambleas, foros, desfiles, imposición de condecoraciones, conferencias de prensa, planes de la calle, plenos para que te calles, actos de repudio, conciertos de trovadores troveros y ferias de fin de mes.
—¿Y ese negocio da?
—¡Qué si da! Según estadísticas de un estudio de mercado, Cuba dedica aproximadamente el ochenta por ciento de su producto interno bruto a esas actividades.
—Me parece que es más.
—Lo será gracias a la labor que realizamos. ¿No ha leído nuestro eslogan?: «El discurso es el alma de la nación».
—¿Y pagan bien?
—¿Qué si pagamos bien? Coja el salario de un médico, un científico, un atleta de alto rendimiento o un machetero millonario y multiplíquelo por dos, o por tres si le da la gana. Eso sin contar las prebendas, que son tan jugosas como un fin de semana en un centro turístico, gasolina a todo salidero y jabas con pollo, sal yodada y aseo.
—Me gustaría ser parte de ese personal.
—¿Cómo anda su currículo?
—Yo a cuestiones técnicas le sé un mundo, si es que necesitan gente que les garantice que a los funcionarios no les dé un fotutazo cuando toquen un micrófono. Y en materia de inventar (para nada estoy diciendo que nuestros líderes inventan), le cuento que hace poco adapté una cafetera de diez tazas donde mi mujer cocina el potaje de chícharo que nos toca con las diez onzas del mes.
—Está flojo eso.
—La cuota está floja, sí.
—No me refiero a la canasta básica, sino a que necesitamos ciudadanos que nos apoyen en la parte política. La conciencia revolucionaria está en plena recesión, y la combatividad en baja. ¿Qué tal eso por su cuadra?
—Tengo vecinos que se quejan cuando quitan la luz.
—¿Ve lo que digo? Menos mal que usted no.
—Tengo planta eléctrica. Logré hacer una a partir de un viejo ventilador que rebobiné y tres curieles que al girar sobre su eje suministran carga suficiente como para no perderme el noticiero.
—Y cuando concluye el estelar, ¿no dice nada a los vecinos?, ¿no les explica que traemos el combustible desde Catar, a expensas de los asaltos de piratas somalíes?
—Temo que me respondan que soy un chicharrón.
—Vieja táctica de la disidencia. Recurren a mencionar productos ya desaparecidos para crear descontento.
—¿Y qué pudiera hacer yo contra eso si ustedes me contratan?
—La mipyme Seguridad del Estrado amplía su radio de acción. Nos hemos dado cuenta de que es imposible callar con argumentos las actitudes contestatarias, habría que usar tantos que nuestros inventarios se reducirían mucho más. La demanda de discursos crece.
—Y la oferta de resultados disminuye.
—Por ello recurrimos a la innovación, buscando el lado débil de los que nos adversan. Cualquiera de esos vecinos suyos tiene una querida que le suministra sulfaprín, o compró un pay rico, del original, fabricado con la guayaba robada de polos productivos y proyectos de desarrollo endógeno.
—Yo dejé de hacerlo. Ya ni azúcar le echan.
—Esa no es la cuestión, que los compre digo. Claro que puede hacerlo mientras no traicione con su pensamiento el espíritu de lucha que anima la historia patria. Seguridad del Estrado garantiza con su labor lo que hacen nuestros dirigentes, sobre todo lo que hablan.
—La guayaba también.
—¿Cómo dice?
—Me refiero al pay.

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