Por Jaime Lara
Santiago de Chile.- Chile acaba de rechazar, por segunda vez, una nueva propuesta de Constitución. El en contra ganó con el 55,1 % de los votos, mientras el a favor obtuvo un 44,8%. Acabaron cuatro años de incertidumbre, empujados por un estallido social en octubre de 2019 que llevó a realizar un plebiscito constitucional para redactar una Carta Magna y quitar la de Augusto Pinochet, vigente desde 1980.
Nosotros los cubanos deberíamos aprender del país andino, más allá del fracaso vivido este 17 de diciembre. Todo comenzó cuando el gobierno del entonces presidente Sebastián Piñera decidió subir el pasaje del Metro y los chilenos salieron en masa a reclamar sus derechos, a través de caminos democráticos. El final ya ustedes lo conocen: en cuatro años, dos propuestas de constituciones.
Aunque los resultados no fueron los esperados, ganó la democracia. La primera propuesta, redactada por mayoría de Izquierda, recibió una paliza del 61,9% votos en contra, mientras la de ayer sepultó las esperanzas de la Derecha, en especial las del Partido Republicano de José Antonio Kast, quien tenía mayoría dentro del Consejo Constitucional.
Si hay un ganador en todo esto, son los partidarios de Augusto Pinochet. Los chilenos lo revivieron ayer y su Constitución regirá por unos cuantos años más, mientras no venga otro gobierno y decida hacer un nuevo plebiscito. El actual mandatario, Gabriel Boric, dio por acabado el proceso mientras sea Presidente y se enfocará en las “prioridades de la gente”.
Sin dudas, la Izquierda salió mal parada en todo este tiempo. Le rechazaron su propuesta y ayer acudieron a las urnas para dejar la Carta Magna de Pinochet, el hombre más odiado por esa corriente política. ¿Quién se lo iba a decir a los pinochetista, a casi 20 años de la muerte del dictador?
Para entender este fenómeno, debemos hacernos una sola pregunta. Si los chilenos dieron el Sí para quitar la Constitución actual, ¿por qué terminan rechazando las nuevas opciones?
Las clases políticas nunca se pusieron de acuerdo y existió una especie de juegos de poderes. Además, las quejas surgidas en el estadillo social no se reflejaban convincentemente en ninguno de los textos. Por otra parte, los ciudadanos estaban cansados de tanto show político y terminaron desacreditando el proceso. Y, por último, el país terminó castigando a sus políticos porque no hubo un acuerdo transversal en los cuatro años.
“Chile perdió la oportunidad de haber hecho una Constitución en democracia”, dijo Paula Vodanovic, presidenta del Partido Socialista. Le faltó también decir que revivieron a Pinochet y no se sabe hasta cuándo.
