RESUMEN DE FIN DE AÑO

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFERESUMEN DE FIN DE AÑO
Por Arturo Mesa ()
Atlanta.- Quejarse ha sido siempre parte de nuestro metabolismo ciudadano. Se acerca el fin de año y las preguntas siguen siendo: ¿Por qué no llega el arroz? ¿Por qué está tan caro el cerdo? ¿Dónde está el aceite de este mes? Y la exigencia se la hacemos a una entidad superior y dominante que ha sido responsable de proveer por los últimos 63 años.
Sucede que fuimos criados en la concepción de que el Estado proveía para garantizar equidad y por eso no permitía lucro con lo que consideraba valores del sistema: alimentación, servicios médicos, educación, entre otros. Con ese sistema de freno al lucro en áreas vitales llegamos a la mayor crisis de la historia, y mientras la lógica imponía que el único posible proveedor garantizara a toda costa la producción de alimento, las prioridades se distorsionaron en Palacio.
Hoy ya el estado no provee –“ni dará lo necesario- y nos deja abandonados a una suerte de jungla que se vuelve verdaderamente violenta porque nunca permitió que esa jungla se autoregulase y lejos de ello, entorpece el mecanismo que pudiera hacerla funcionar.
Entre los países que hoy mismo se encuentran en el nivel mayor de indefensión de su población está Cuba, porque el mecanismo (aunque malo) que nos permitía desarrollar un proyecto colapsó y nadie parece darse por enterado, o el nivel de corrupción es tan alto que a nadie parece importarle que la inmensa mayoría de los que quedan, están con los brazos estirados esperando que algo caiga del cielo o le envíen algo del enemigo salvador.
Cierto que existen guerras, pobreza y crisis ambientales pero hay una estructura de garantías básicas (la única concebida en los últimos 64 años) que ha quebrado y el esfuerzo intelectual se concentra en explicar el por qué (lógicamente el bloqueo, mientras no aparezca otro Villano Favorito) y no en buscar la solución, y mientras tanto hay hambre, como nunca la hubo.
Mucho más fácil hubiese sido abrirse a un mercado “duro” pero funcional que mantener una miseria generalizada sin que siquiera aparezca el pollo para pasar el fin de año con los seres queridos. Parece que contra todas las reglas de navegacion el capitán prefiere llevarnos al fondo del océano antes que lanzar las balsas.
Cuba, como nación, significa muy poco para una población mundial de ocho mil millones de personas. Los grandes medios de información poca importancia le dan al país y menos hoy, cuando muy poco se produce, muy poco se exporta y playas hay en cualquier latitud de la Tierra.
Si usted busca hoy cifras de inflación, de precios, de pobreza, de cambio de moneda, de índices del consumidor, Cuba no aparece en las revistas especializadas ni su moneda tampoco. Tampoco aparece en canales televisivos, ni en grandes revistas ni medios de prensa. Y si a usted le parece que sí es porque vive cerca de la Florida, en Atlanta, por ejemplo, nada he visto de la isla en más de seis meses.
Es por ello que se hace necesario que la realidad actual sea mostrada en cada cónclave en cada encuentro internacional y en cada organización que apueste por el desarrollo humano. Solamente cuando el mundo conozca sobre los verdaderos ingresos del nacional, el poder adquisitivo, el valor de la moneda, la economía militar y sus prioridades, y la exponencial pobreza generalizada volverán los análisis de las revistas especializadas a enfocarse en el tema Cuba y habrá entonces más presión a favor de cambios.
No se trata de mostrar odios desde una ciudad X, ni ataques sin evidencias, sencillamente se trata de hacerle ver al mundo la enorme crisis que sufre quien hace muy poco fuera centro de esperanzas porque para el mundo todavía hoy Cuba aparece como un foco de esperanzas.
Hoy, en tiempos de manipulación del mensaje mediático, esto se hace indispensable por el bien del futuro de la nación. Los responsables del desastre tienen que viajar y responder a preguntas de corte económico y social, y en cada respuesta que dan demuestran cuán poco entienden de manejo de una sociedad, fuera del control violento de sus engranajes represivos.
El mundo aún no conoce que entre las tres inflaciones más grandes de los tiempos actuales, una de ellas es la de la isla de la esperanza, ni conoce que en los dos últimos años más de medio millón de personas –en su mayoría jóvenes-, ha arriesgado su vida y su confort hogareño en busca de un sueño al que pocos llegan. El mundo no conoce que el trabajador gasta su salario en llegar al trabajo, que los apagones aumentan, que las crisis son cíclicas y peores, que nadie contribuye por la motivación de un salario sino por una búsqueda y que los necesarios alimentos se ausentan cada vez más del lenguaje del proveedor.
Hoy se habla de Israel, de Ucrania, de Palestina y de Irán en sus luchas por defender sus identidades. La identidad cubana está en un peligro similar y quizás como nunca antes, si no se detiene pronto esta fuga masiva, esta falta de sueños y esta impotencia de no poder cambiar los destinos de una nación hermosa.
No puede volver a haber un fin de año tan desolador.

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