Por Leo Fernández Cruz
«Qué triste es la vida de aquel que no ve. No ve la guitarra, no ve la mujer. Ni el gorrión que huye cuando va a llover, ni esa lagartija sobre la pared».
(Nicolás Guillén).
La Habana.- Lo invité por privado a un sitio y allá fue con su esposa. A este humorista,
escritor e intelectual cubano, le brota de la piel y el alma la gentileza, la gracia, la modestia, sabrosura y sapiencia.
Y compartimos unos tragos y cigarros. Hablamos de cultura, de hermandad y algo de política. Le conté que (para mí) lo más jodido del calabozo no es dormir en las colchonetas mugrientas. Lo peor es ir al baño y hacer «el dos» en esas letrinas fétidas, con un sarro que
clasifica para récords Guiness.
Me habló por arribita del «traslado» de Matanzas hacia la Habana, cuando decidió acompañar a la profesora Alina Bárbara López Hernández. Del cruel e injusto proceder de la Seguridad del Estado, brazo ejecutor del régimen que ha hundido este país en el fango.
Y tenemos buenos amigos en común, no hablo de Facebook. Mis queridos Boris González Arenas y Juliette Isabel Fernández Estrada. Aunque estoy casi seguro, deben haber otros más.
Mi apoyo, afecto y solidaridad para este hombre, hoy desconocido por la mayoría del rebaño. No es músico elitista, tampoco actor popular.
En la Cuba que vendrá en pocos años… Próspera, democrática, plural y multicolor, sabrán todos de los atropellos físicos y sicológicos cometidos no solo contra él. También contra todo que el ha decidido alzar su voz, su coraje, su empatía, su valía, su corazón.
Jorge Fernández Era y su Dama… ¡Gracias!!