Por Irán Capote ()
Pinar del Río.- Cuando mi abuela me vio llegar hoy, me dijo: «Niño, me tienes que dedicar dos horas a mí sola porque nunca tenemos tiempo de sentarnos a hablar. Nunca me dejan llegarte».
Pero ya mi madre se había robado el show preparando una comida al aire libre y desde las tres de la tarde tuvimos que irnos todos al espectáculo de verla cocinar en su escenario de sazones y calderos gigantes que solo pueden ponerse a la leña.
A esa «sazón» llega mi hermano y se jacta diciendo que él sabe cocinar mejor que las mujeres, mientras atiza el carbón donde se asa un pedazo de carne de puerco Mi tía no sabe qué hacer cuando la cosa es para un batallón y no hace otra cosa que decir: «!Denme órdenes porque estoy amarrá!»
Y entra mi tío con sus chistes y su picardía. También se llegan algunos vecinos y amigos. De pronto, pareciera que festejamos un cumpleaños o cualquier otra fecha importante, pero no, no hay otro motivo que la vida. No hay otro motivo que la pausa para respirar, reírse un poco y volver mañana a la violenta realidad de un país que se desarma.
Todo ha sido un revuelo hermoso en esta tarde. Así, de pronto, sin pensarlo mucho.
Y yo, que quería dormir toda la noche, tendré que sacar un par de horas para que mi abuela pueda «llegarme.»
