Por Nelson de la Rosa
Santo Domingo.- La inminente salida de la isla de un amigo, más que amigo, un hermano, compañero de camino desde “chiquiticos”, (aunque ciertamente su estatura a la vuelta de casi 40 años, no ha cambiado mucho) me hace pensar una frase que se ha tomado por bandera y en la mayoría de los casos, motivo de memes: “Cuba avanza y eso les duele”.
Si entendemos que Cuba no es un gobierno, sino cada cubano, entonces Cuba avanza en cada uno de sus hijos, y avanza sí, pero en el camino fuera del país que nos vio nacer, avanza haciendo el trayecto a los más diversos rincones de la geografía mundial, ya sea en Europa, Oriente Medio, Centroamérica, Estados Unidos, el Caribe, África o Sudamérica, aunque el trayecto, lleno de esperanzas, también esté marcado en la mayoría de los casos por dudas e incertidumbres ante lo desconocido y claro está, por la nostalgia de la historia personal que queda detrás, esa que se lleva en la mochila del corazón, llena de recuerdos, de anécdotas, de las calles recorridas, de los amigos, de la familia.
Pero se avanza porque no hay otra opción que “tirar palante” en pos del bien personal, de los hijos, de la familia e incluso de los que quedan atrás; Se avanza porque es imposible permanecer en el inmovilismo de las libertades cortadas, de la crisis alimentaria, de la crisis del transporte, de la crisis de los apagones, de la crisis total que lejos de generar vida lo que genera es una cultura de muerte, decepción y depresión, “mal viviendo” en un túnel donde nunca se ve la luz al final del camino.
Cuba avanza, sí, pero en cada cubano que intenta abrirse un espacio en realidades y culturas muchas veces diferentes a la nuestra, pero en las que con trabajo y la Gracia de Dios, se es libre de elegir su destino, vivir dignamente, tener un techo y solventar las más elementales necesidades del ser humano y, aprovechando las oportunidades, alcanzar un futuro sobre la base del talento, el esfuerzo de cada día y las ganas de luchar.
Cuba avanza, pero, ¿a quién le duele? Le duele a ese queda atrás, a ese que no tiene la oportunidad de salir, ese que no recibe remesas, ese que cada día se siente más solo y desamparado, ese que cada día se pierde en ese túnel oscuro que más que túnel es un laberinto en el que se buscan puertas, puertas que satisfagan las necesidades elementales, puertas de esperanza, puertas de dignidad y de alegría, puertas que abran a un futuro diferente pero que, por capricho de unos pocos, permanecen tapiadas.
Entonces Cuba avanza en cada uno de sus hijos, y avanza sí, pero en el camino fuera del país que nos vio nacer. Lamentablemente a esos que aún que no pueden avanzar, les duele y duele mucho.
